Los perros son animales sociales y con una tendencia natural a querer agradar. Es nuestra responsabilidad, enseñarles cómo manejarse en este mundo para disfrutar de una mejor convivencia.
A través de la educación, aprovechamos la natural tendencia del perro a vivir en sociedad para fijar aquellos comportamientos que nos interesan mediante refuerzos agradables para él y extinguir, mediante la falta de refuerzo, aquellos otros que, aunque pertenezcan a la naturaleza del perro, (saltar, lamer…) pueden llegar a ser desaconsejables para la convivencia con el ser humano. Es decir, vamos a enseñarle normas básicas como dónde eliminar, si puede o no subirse a la cama o al sofá, cómo recibir a las visitas….. Y debemos ser coherentes. No vale dejarlo subir a la cama cuando es cachorro y, luego de adulto, chillarle por lo mismo.
La segunda etapa está conformada por la obediencia que consiste en fijar y poner señal a determinadas situaciones como sienta, tumba, junto, suelta…
Y hay que decir que los perros son extremadamente listos. Nadie enseña a sentarse a un perro. Todos los perros saben sentarse de serie y tumbarse y muchas cosas más. Lo único que hacemos es fijar ese comportamiento a través de premios (refuerzos positivos normalmente de comida) y le asociamos una señal ya sea gestual o de voz, para que el perro sepa distinguirla y pueda repetirla a nuestra petición.
https://www.perrygatos.es/art%C3%ADculos/colaboraciones/educaci%C3%B3n-o-adiestramiento/
La clave para que la relación entre perros y niños dentro y fuera de casa esté marcada por el respeto entre ambos, radica en la supervisión y la educación (nunca en el miedo ni las prohibiciones). Por eso, es importante enseñar a los niños a acercarse, saludar e interactuar de manera segura con los perros.
Aquí van algunas recomendaciones para los peques de la casa
Ten presente que algunos perros, por muy simpáticos que parezcan, no se sienten cómodos con niños a su alrededor, por lo que debes aprender a leer las señales de incomodidad que el perro muestra a través de su lenguaje corporal y que la mayoría de las veces por ser tan “sutiles” pasan inadvertidas o son interpretadas erróneamente.
Estas son algunas:
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Los humanos tenemos tendencia a humanizar todo y los perros, no están exentos de ello. Por una parte, nos ayuda a comprender que los perros tienen sentimientos y necesidades, nos permite empatizar y comprenderlos más fácilmente, contrarrestando las opiniones de los que consideran a los perros, meros seres inferiores, simples y carentes de sentimiento o pensamientos, o incluso objetos.
Sin embargo, también es importante comprender que el hecho de que los perros tengan necesidades y sentimientos no implica que sean los mismos que los nuestros.
A través de la educación, aprovechamos la natural tendencia del perro a vivir en sociedad para fijar aquellos comportamientos que nos interesan mediante refuerzos agradables para él y extinguir, mediante la falta de refuerzo, aquellos otros que, aunque pertenezcan a la naturaleza del perro, (saltar, lamer…) pueden llegar a ser desaconsejables para la convivencia con el ser humano.
Antes de nada, hay que decidir qué esperamos de nuestro perro. Es decir, vamos a enseñarle normas básicas de educación. Dónde eliminar, si puede o no subirse a la cama o al sofá, cómo recibir a las visitas….. Lo que le permitamos en esta etapa, debemos permitírselo siempre. No vale dejarlo subir a la cama cuando es cachorro y, luego de adulto, chillarle por lo mismo.
La segunda etapa está conformada por la obediencia que consiste en fijar y poner señal a determinadas situaciones como sienta, tumba, junto, suelta ………
Y debemos añadir que los perros son extremadamente listos. Nadie enseña a sentarse a un perro. Todos los perros saben sentarse de serie y tumbarse y muchas cosas más. Lo único que hacemos es fijar ese comportamiento a través de premios (refuerzos positivos normalmente de comida) y le asociamos una señal ya sea gestual o de voz, para que el perro sepa distinguirla y pueda repetirla a nuestra petición.
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Cuanto más tiempo disfrutas (ojo disfrutar no es lo mismo que sólo estar) con tu perro, mejor fluye la comunicación y entendimiento entre los dos. Si te paras a pensarlo bien, llegado a este punto, apenas necesitas palabras para hacerle saber lo que le estás pidiendo.
Los perros son mucho más visuales que nosotros y “adivinan” lo que tratamos de expresar con tan solo interpretar nuestros pequeños gestos. Saben si vamos a cambiar de dirección, a pararnos… Son los momentos especiales en los que estamos en total sintonía con nuestro perro… que nos sentimos conectados.
Las personas también tenemos esa capacidad de entender. Tan solo hay que pararse a observar atentamente a nuestro perro. Si prestamos atención, la gran mayoría de nosotros somos capaces de comprender, por el lenguaje corporal de nuestro peludo, si está contento, relajado, inquieto o asustado. También somos capaces, en la mayoría de los casos, de interpretar los ladridos y adaptarnos a cada uno de ellos en función de si representan amenaza, juego, petición, aviso, etc.
Todo ello, sin necesidad de que nadie nos lo haya enseñado previamente. La convivencia, genera un vínculo entre persona y animal que propicia el entendimiento. Es por ello que el tiempo que pasas con tu perro, ha de estar cargado de experiencias positivas para los dos. Feliz fin de semana!!!!
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Un contacto directo y sin previo aviso, puede asustar al perro más tranquilo del mundo, así que no digamos a uno miedoso o de raza pequeña que ve acercarse algo grande por encima de él invadiendo su espacio. Lo mejor es respetar cierta distancia y dejar que sea el mismo animal el que inicie el contacto y en su caso, es importante recordar que si tenemos que acercarnos, debemos hacerlo suavemente, dejarnos oler y dirigir el contacto a las zonas menos amenazadoras para ellos.
Normalmente a los perros, salvo que estén muy acostumbrados desde siempre, no les emociona que les toquen la cabeza, por ser una zona que escapa a su control (y es lo primero que se suele acariciar cuando no se tiene en cuenta este detalle). Centrémonos mejor en acariciar la barbilla, el pecho o los flancos que son zonas que puede controlar. Las patas delanteras también son zonas sensibles y es posible que muchos perros eviten a toda costa que se las acariciemos, así que es mejor dejarlo estar y ceñirnos a las anteriores.
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