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jalacid62

Carta a Sagasta

La ducha escocesa

Altivo prócer. Bien sabes que se denomina ducha escocesa al sistema terapéutico que derrama por la canilla del baño alternativamente agua fría y agua caliente sobre nuestros desnudos cuerpos, puesto que según la ciencia obtenemos de tal combinación hídrica ventajas de toda índole: mejora al parecer el sistema inmunológico, también el riego sanguíneo se beneficia y la piel, en fin, cuentan que se tonifica. Como metáfora de la actualidad, que tan pronto te hiela el corazón como te sube la fiebre, esta figura de la ducha escocesa me parece muy adecuada, sobre todo ahora que tanto miramos hacia el norte de las islas británicas… hasta que la actualidad impone su renovada agenda. Y si te he visto, Escocia, no me acuerdo.

Por ejemplo: a mí lo que haga Mas con su consulta tipo yenka (un pasito adelante, otro para atrás) me deja frío. Tan frío como a sus paisanos catalanes les dejó la milonga aquella del Estatuto: no fue a votar ni la mitad del censo. Lo cual da lo mismo, porque la realidad inventada en que vivimos es refractaria a reconocer que toda la monserga independentista importa menos de lo que parece a los súbditos de CiU. Y, sin embargo, me calienta la sangre la saga pujoliana, con sus coches deportivos, sus maletas con billetes y su habilidad tan española para sustraer fondos públicos.

Otro ejemplo: las llamadas a regenerar la vida política me ponen como si viviera en un iceberg… porque no me las creo. Que entre las medidas que amenaza con implantar el Gobierno la más llamativa sea esa ocurrencia de la elección directa de alcaldes… En fin. Y que después se la guarde en un cajón, sin embargo, me deja achicharradito: también don Mariano, como don Artur, resulta perito en el baile de la yenka. Se ve que la seriedad y el rigor en la escena pública española aguardan en el congelador.

Y prosigo. Me enfría cada llamamiento a abolir la fiesta taurina (aunque tiene poco de fiesta) pero me enciende que nadie en Tordesillas o el resto del solar patrio sea capaz de parar las bestialidades perpetradas al cobijo del programa de fiestas respectivo, donde la barbarie campa a sus anchas como si el maltrato animal formara parte de un imaginario folclore celtibérico.

Voy concluyendo. Por supuesto que el resultado del referéndum escocés me deja helado (qué quieres, me parece que no era para tanto lo que opinaran las urnas), pero me calienta hasta deprimirme que por España seamos incapaces de mantener un debate tan cortés y civilizado, sin melodramas ni cainismos. Y quedas avisado: me deja frío que el ministro Gallardón se retire pero si me preguntas qué me parece el último sainete perpetrado por nuestros mandatarios… Caliente, caliente: así de encendido me encontrarás siempre que veas a un gobernante ejerciendo su cargo a golpe de encuestas y abjurando de sus principios. Que nuestros dirigentes prometan una cosa y ejecuten otra, que tan pronto nos hielen la sangre como nos la enciendan: ésa debe ser la versión española de la ducha escocesa.

(Guillermo Cabrera Infante: «He comprobado que los políticos prefieren gobernar pensando en su conveniencia en lugar de pensar en sus convicciones”).

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