Escribí este artículo en Diario LA RIOJA hace unos días, en vísperas de que el PSOE logroñés eligiera entre Arráiz y Loza como candidata a la alcadía. Finalmente, ganó la primera. Repasando estas líneas, pienso que mantienen su vigencia.
Alborotado prócer. Las urnas, por fin, han hablado. Bueno, más que hablar han susurrado: quiere decirse que no, que todavía no toca ir a votar. Ese mandato tan sólo compete de momento a las huestes socialistas, embarcadas en el proceloso mar de las primarias, ya sabes, el sistema copiado de Estados Unidos para elegir candidatos. Un modelo que ha protagonizado gatillazos sin cuento, convulsiones evitables y enfados de distinta intensidad, en proporción directa al jolgorio desatado entre quienes son entronizados por el apoyo de la militancia. Como en cada elección, vaya, sólo que ésta es especialmente cruenta: la protagonizan los miembros del mismo partido y ya sabes qué sucede con la cuña de la propia madera.
El caso es que, en realidad, nadie ha votado aún en el PSOE local, aunque parezca lo contrario. En la carrera hacia las autonómicas, no hubo tal porque sólo se registró una candidatura y resultaba ocioso por lo tanto ir a las urnas. Y en el ámbito municipal, porque las contendientes apenas acaban de superar el primer fielato: cuentan con los avales necesarios para considerarse al menos aspirantes, pero eso de votar no toca hasta dentro de una semana. Cuando toque, se hará pública una noticia que ya te adelanto: que ganará una mujer. Y que, en consecuencia, el duelo por la Alcaldía logroñesa entre los dos grandes partidos será en femenino y plural. Y más plural lo será cuando salten a la arena los candidatos de ambas fuerzas políticas en la carrera hacia la Presidencia regional: también habrá al menos una lista liderada por una mujer.
Te participo de todas estas nuevas porque encierran un elemento insólito por tu tierra y la mía, donde las elecciones solían ser cosa de hombres. Como el coñá aquel del anuncio. La hemeroteca registra escasas muestras de lo contrario, al menos entre los partidos mayoritarios: aquel intento de la desaparecida Alicia Izaguirre al frente del PSOE se pierde casi en la noche de los tiempos. Más reciente, tan reciente que está de plena actualidad, es que Logroño cuente con alcaldesa y todo indica que a su condición de primer munícipe unirá pronto la de alcaldable. De modo que sí: ya ves que habrá pulso entre mujeres en las locales del 2015, lo cual supone una jugosa novedad… que me temo que interesa poco a la ciudadanía. El electorado sigue a lo suyo: conformándose con ir un día a vivir a esa calle donde algunos dicen que habita la alegría…
Porque en realidad el desfile de candidatos, aspirantes, presidenciables y demás fuegos artificiales representa la espuma de la política. El votante tiende a guiarse según otros factores: las siglas, qué quieres, valen más que los nombres. De lo contrario, no te explicarías los maremotos vividos en la escena política logroñesa en las últimas décadas. El número uno aporta más bien poco: la mayoría de las veces, sus seguidores se conformarían con que en lugar de dar votos no los quitara. Y tú ya me entiendes.
Así que las zozobras vividas en el seno del PSOE en la confección de sus candidaturas pesan poco. Muy poco. Como auguran las encuestas y demuestran las elecciones, incluso en sus peores tiempos (los actuales, por ejemplo, entendiendo por actuales los últimos veinte años) el socialismo riojano ha mantenido un suelo electoral de probada lealtad. Como sentenció un veterano del partido tras el penúltimo desastre: «Es increíble cuánta gente nos sigue votando». Amparado en ese electorado de fidelidad acrisolada, uno sospecha que las opciones del PSOE de dar la sorpresa no deberían fiarse a quién lidere la lista. Ahora mismo, su mejor aliado se llama Mariano Rajoy: a mayor protagonismo suyo, solo o en compañía de Mato, más ilusión entre sus rivales y más nervios entre sus afines.
Y, la verdad, más diversión entre la prensa.
(Giulio Andreotti: «Hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales… y compañeros de partido»).