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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Con dos huevos de madera

Los periodistas tenemos la mala costumbre de reproducir lo que otros dicen como parte de nuestro trabajo. Trasladado a la información política, ese hábito se traduce en titulares tan obvios que se marchitan en cuanto quedan escritos. Es lo que ocurrió con la llamada al diálogo de Pedro Sanz durante el debate de investidura. Una legislatura de “consensos memorables ”, sentenció con toda la pompa, que no deja de ser el gastado mensaje que ha repetido las cinco ocasiones que ha acudido al Parlamento para erigirse como presidente. La noticia, por lo tanto, hubiera sido que con 20 de los 33 diputados, Pedro Sanz hubiera declarado formalmente que la oposición está de más, que el rodillo será la marca de la casa en esta legislatura. Sin embargo, la realidad es tozuda, y si en la primera sesión las buenas intenciones fueron las que coparon los titulares, en la segunda quedó constancia de que esa predisposición tiene toda la pinta de quedarse en agua de borrajas.

Y es que había muchas deudas políticas pendientes que saldar desde la campaña electoral. La más candente, aquel episodio en Calahorra con José María Aznar como protagonista al que la candidata del PR le entregó dos huevos de madera como gesto mediático para expresar la disconformidad y rebeldía regionalistas. A Pedro Sanz le faltó tiempo para subir a la tribuna del Parlamento, mirar con gesto pendenciero a un Miguel González de Legarra que minutos antes había “desnudado” su fracaso electoral , y sacar el bolsillo aquellos mismos dos huevos de madera que llevaba semanas conservando en el cajón de los rencores. “No sirven ni para hacer calceta de los pequeños que son”, le espetó al portavoz del PR, al que también censuró por habituarse a jugar con “fuegos artificiales” como cuando hace cuatro años empapelaron Logroño con carteles en los que Sanz mostraba una nariz de pinocho.

También guardaba una ración para Aldama. Ahí le pasó por la cara su falta de brío para reivindicar ante Madrid lo que es de La Rioja, sus requiebros ante un posible un cara a cara , sus cantos de optimismo al asegurar que la mayoría del PP ya estaba rota…Nada fuera del guión. Nada a lo que se pueda resistir el objetivo del fotógrafo. Sólo queda por saber cómo de grande es el cajón donde Sanz guarda las facturas sin cobrar y cuáles de ellas aventará en los próximos años.

Fotografía de (el gran) Juan Marín


junio 2011
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