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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

La UR dice Arghh!

En una de sus declaraciones de principios previas como virtual rector de la UR, José Arnáez Vadillo clamó por la necesidad de preservar la “autonomía” del campus. La reclamación del concepto en un gerifalte universitario es análoga a cuando el nuevo secretario general de un partido llama a la “generosidad” de la anterior cúpula o la oposición solicita “consenso” al Gobierno de turno. Cada una de sus palabras tiene su traducción metalingüística en forma de “más dinero y menos injerencia”, “saquen a los suyos de la poltrona para ponernos nosotros” o “déjennos también una parte de la tarta”.

Arnáez recibe con su designación un caramelo amargo. Los recortes que acechan a la universidad van a obligarle a reconvertirse de hacedor a un podador que, haga lo que haga, nunca satisfará a todos. A su favor cuenta con dos ventajas de partida: su sintonía personal con piezas clave del Gobierno regional que suelta el dinero como Emilio del Río, y el beneplácito previo que le otorga buena parte de sus colegas como hombre de acuerdo, moderado y de solvencia acreditada. Una esperanzadora carta de presentación que, en cualquier caso, también ofrecía José María Martínez de Pisón cuando fue elegido como rector pero que ha acabado empañada por críticas hacia su actuación y algún enemigo irreconciliable en ese muy particular y a veces asfixiante ecosistema de afinidades y odios que es la universidad. Y es que, (casi) nadie escapa de las dosis de desgaste que inocula el poder.

Para enfrentar la etapa que se anuncia especialmente complicada, la mejor noticia es que Arnáez hubiera contado con un respaldo abrumador para sentirse arropado en las decisiones que deba tomar. El resultado de las votaciones, sin embargo, no lanza ese mensaje. Sin ningún rival enfrente, el ya máximo mandatario de la UR ha cosechado un tibio el 63,5% del total de los votos, cuando en el 2008 Pisón rozó el 72%. La contabilidad de las papeletas es aún más endeble teniendo en cuenta que había 6.235 llamados a votar, pero sólo acudieron a las urnas 592 (193 papeletas en blanco y 19 nulas). Es decir, el 9,4% que, al menos, no se distancia mucho del 9,6% registrado en la anterior convocatoria.

Cierto es que el balance sufre una fuerte distorsión por parte del colectivo de estudiantes. El grupo mayoritario de los censados (5.512) de los que apenas 92 ejercieron su derecho rebajando hasta el 1,6% la ya exigua participación del 2,3% del 2008. El dato ofrece una lectura evidente: al alumnado universitario le interesa poco quién dirija la UR. Algo contradictorio cuando la cúpula está poniendo precisamente el aumento de las tasas y el ataque de la igualdad de oportunidades de su clientela como uno de los principales argumentos para defender la “autonomía”. Un razonamiento al que se suma la más que probable eliminación de profesores contratados (¡sólo votaron menos de la mitad de éstos!) que dotan de calidad la enseñanza a unos alumnos cuyo grado de interés es, visto lo visto, más que escaso.


Fotografía: Miguel Herreros

(Un grupo de estudiantes, durante las elecciones a rector en la UR)


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