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Teri Sáenz

Chucherías y quincalla

Las razones de Sanz (III)

En el capítulo anterior desgranábamos dos de las propuestas planteadas por Pedro Sanz durante el Debate del estado de la región ligadas a la reforma del Estatuto: la sorpresiva limitación a dos mandatos del presidente de La Rioja por parte de quien lleva ya cinco –¿tendrá carácter retroactivo en su persona?– y la obligación de que ningún Gobierno regional supere las diez consejerías. La tercera pata de sus planes se asienta en la mengua de los inquilinos del Parlamento de 33 a 25 diputados pero, sobre todo, en la puerta abierta a reducir del 5 al 3 porcentaje de votos para que un partido pueda obtener representación en la Cámara regional.

El primer apartado se da por hecho. Como le recordó Pablo Rubio durante su réplica, la reducción del hemiciclo es una constante en todos los ejecutivos del PP y una consigna establecida-aplicada por María Dolores de Cospedal y replicada por todos los barones. El PSOE expresó su disconformidad con esta opción, pero la defensa de mantener el actual estatus se antoja complicada en un escenario donde la supresión de políticos tiene una magnífica venta en la calle y basta presenciar cualquier pleno para comprobar que buena parte de sus señorías tiene cero protagonismo en el debate. Sanz se lo recordó al portavoz socialista con un reto: “¿quiere que salgamos fuera y preguntemos a los ciudadanos cuántos diputados quiere aquí?“.

votaciones

Más allá de la agilidad que esa estructura dotaría a la Cámara y que fue el argumento medular de Carlos Cuevas, el nuevo reparto tendría efectos económicos. Pero no tanto en el ahorro general en el presupuesto del Parlamento, sino sobre todo en las finanzas de los grupos parlamentarios cuyas asignaciones están mayoritariamente vinculadas al número de escaños. Un varapalo para el PSOE que vería como sus actuales 11 representantes quedan en 9, y un cataclismo para el PR, cuyo sustento casi básico es el dinero que recibe por su presencia en el hemiciclo y que vería como uno de sus diputados no podría repetir en ese virtual escenario.

La reducción de la barrera electoral en las elecciones autonómicas se presume más que improbable. Sabedor de que rebajar el porcentaje para obtener representación arrojaría un Parlamento sumamente fragmentado (recuerde: no hay puntada sin hilo), Sanz vinculó su propuesta a una disminución en el mismo sentido para las elecciones municipales que marcan la composición de los ayuntamientos. La clave es que éste punto está recogido en Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), una normativa por lo tanto que exigiría un pacto nacional para su modificación. Algo que no exige la ley autonómica que estipula el techo electoral en La Rioja y cuya reestructuración exigiría “sólo” un acuerdo dentro de la comunidad del 2/3 de la Cámara. Un límite del 3% a nivel autonómico que no resulta tan inusual, ya que como recuerda Pablo Simón está vigente en territorios como el País Vasco, Cataluña, Castilla-La Mancha, Asturias, Aragón, Andalucía o Navarra.

La resolución en negativo del silogismo salvaría la cara al PP, cuya predisposición formal a reformar la ley autonómica se toparía con las dificultades de hacerlo en la LOREG; erosionaría lo justo al PSOE que ha mostrado su conformidad a rebajar el techo electoral aunque internamente saber que perjudicaría su representantividad; y, otra vez, laminaría los cimientos del PR+, que vería entrar en el hemiciclo a IU y UPyD con un escaño cada uno.

Fotografía: Fernando Díaz


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