Un entrenamiento cualquiera. Michael Jordan coge un balón y reta a uno de los jugadores del equipo a un ‘uno contra uno’. Bota tranquilamente hasta el poste bajo, con el defensor a su espalda, entre él y la canasta. En una décima de segundo realiza su infalible ‘fadeaway’ -un tiro en suspensión girando hacia atrás-, el que le ha acompañado durante toda su carrera. La pelota entra limpiamente por el aro sin que el rival pueda siquiera intentar taponar el lanzamiento. La escena podía haber tenido lugar en alguna sesión de los Bulls de los 90 o en los Wizards de 2002… O ayer mismo, en el campo de prácticas de los Charlotte Bobcats.
Atlético, 2,05 metros de altura, buen penetrador, con un tiro de larga distancia aceptable y polivalente en defensa y en ataque. Es el prototipo del jugador perfecto… y responde al nombre de LaBron James.
Aunque Kobe Bryant es el que recibe más puntos en la comparación con Michael Jordan, el baremo de la perfección en el mundo del baloncesto, la estrellas de los Heat ha ido batiendo uno a uno los récords de precocidad que había marcando el ya veterano escolta de los Lakers. El último, el pasado 17 de enero, cuando ‘King James’ se convirtió en el jugador mas joven en la historia de la NBA en llegar a los 20.000 puntos. Con 28 años y 17 días, superó ante los Warriors la marca fijada por Kobe, igual que antes lo había hecho en cada una de las 19 ocasiones en que alcanzaba un nuevo millar.
El instante perfecto. El tiro perfecto. La imagen perfecta. La instantánea de la canasta con la que Michael Jordan obtuvo su sexto anillo de la NBA ha sido considerada por Sport Illustrated como la mejor fotografía de la historia del deporte dentro de una lista que alcanza hasta cien escenas.
La revista ha seleccionado en su web las grandes fotos deportivas de siempre y el lanzamiento de MJ figura con la número uno. Aunque la mayoría de ellas pertenecen a las ligas y a las estrellas estadounidenses, es incuestionable su belleza, su plasticidad y la capacidad de cada una de ellas para trasladar, más allá del acontecimiento que muestran, las emociones de sus protagonistas.
La imagen del 25 de mayo de1995 en el Chicago Arena refleja, en una mirada, la gloria y la miseria del deporte. Mientras el escolta de los Bulls se eleva para dar el segundo ‘three-peat’ a su franquicia, ante la nerviosa mirada de sus expectantes seguidores, Bryon Russell observa derrotado desde el suelo cómo se ha escapado su oportunidad, antes incluso de que el balón entre limpiamente por el aro.
Michael Jordan entró un poco más en la historia con una jugada que apenas duró un momento y que dio el sexto anillo a sus Bulls
15 de junio de1998. Sexto partido de la serie final de la NBA entre los Jazz y los Bulls. Michael Jordan roba el balón a Karl Malone bajo el aro propio y cruza el campo. Y el 23 congela el tiempo. Todo se para en el parqué del Delta Center de Utah entre los abucheos y gritos de los enfervorecidos seguidores locales. El hombre que llevó a Larry Bird a decir que Dios se había disfrazado de jugador baloncesto, tras lograr 63 puntos ante sus Celtics, decide callarlos a todos para que escuchen su sintonía.
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