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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Via Mortis

Si en geometría se conoce como línea una sucesión continua de puntos y la siniestrología vial denomina ‘puntos negros’ a los tramos de carretera que concentran más accidentes mortales, el tramo riojano de la trágicamente célebre N-232 ha acumulado tantos que se ha convertido en toda una línea negra, negrísima, nigérrima orla de esquela que desde Foncea hasta Alfaro, como en la canción, remata de luto los arcenes de esta siniestra via mortis, carretera de la muerte. Lo tremendo es que no son puntos negros porque ocasionen muchos accidentes sino que éstos se producen porque se trata de puntos negros, auténticas trampas letales tendidas en 135 kilómetros de espanto. La N (de negra) -232 (¿muertos necesarios para decir basta?) es una de las carreteras que más tráfico pesado soporta. Resulta una experiencia impresionante tratar de incorporarse a esta ruta asesina por la que circula una incesante procesión de gigantes rodados, imponentes trailer y monstruosos transportes especiales de adelantamiento imposible rugiendo a toda pastilla, cargados cada uno de su mercancía pero todos de muerte agazapada dispuesta a saltar en cada cruce, curva o travesía. Es como caer en medio de un campo de tiro, de un campo minado, de un camposanto. Es jugarse la vida, y todas las semanas alguien la pierde. Quienes discuten sin fin sobre monitorizaciones, liberalizaciones y desdoblamientos olvidan un hecho obvio pero cierto: señores, no está prohibido circular por la vacía AP-68. Sólo hay que soltar unos euros. Muchos lo hacemos a diario porque nos gusta regresar vivos a casa. Pero de qué sirve si en el cruce con la carretera de la muerte te espera el desfile de la temible panzerkamion. Demasiados riojanos han perecido ya en desplazamientos cortos porque al peligroso transporte pesado que atraviesa La Rioja no le sale de los cojinetes pagar peaje. Pues en vista de su acreditado potencial mortífero, oblíguesele a circular por la autopista. Si al final lo pagaremos todos, como siempre, pero al menos no caeremos como chinches entre Foncea y Alfaro, yo le canto a Pastrana, en La Rioja morí, y a la orilla negra del Ebro, de un amasijo de hierros, los bomberos me sacaron a mí.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.