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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

La mala educación

Hace poco, en plena compra de material escolar, una moceta gritó a mis espaldas que estaba hasta los cojones. Me volví y allí estaba, revolviendo en una estantería. Tendría unos catorce años y ofrecía una imagen de niña gótico-pilonga: pantalón negro a la altura del clítoris, cinturón metálico de picos, oscura blusa vaporosa y greña a juego que realzaba la palidez de su mohíno semblante. Tras ella, lo que parecía un padre trataba de templarle la gaita a una criatura cuyo principal problema vital parecía ser la inexistencia de un cuaderno de anillas a su gusto. Visiblemente atribulado, Job sugirió a su hija que se decidiera por uno de los blocs, pero Miércoles Manson vomitó: «¿ese?, ¿puah!, si es una puta mierda!». El presunto progenitor frunció aún más el ceño, se echó las manos a la espalda y partió como un perrito faldero tras los refunfuños de su ex niña mimada. Y yo me pregunté: ¿para qué diablos necesitará ya esta chica un cuaderno, un libro o un portaminas? Si tras una educación de quince años en una familia y doce en un colegio el resultado era ése, ¿por qué insistir otro curso más perdiendo el tiempo, malgastando recursos y amargando más la vida de profesores que han de soportar alumnos cada vez más gamberros y malhablados y menos interesados en estudiar ni aprender nada? Aquella chica era un claro ejemplo del fracaso educativo de nuestra juventud, cuyas causas desconozco aunque algo tendrá que ver con las muchas horas de videojuego, móvil, ordenador y, sobre todo, de inmersión en la vulgaridad soez, la miseria intelectual y el bombardeo de publicidad que el basurero catódico no deja de vomitar durante horas sobre el sofá de tanto salón vacío de conversación o lectura. Sin olvidar la dejadez y la blandenguería permisiva de unos padres hiperprotectores e incapaces de decir «no» que acabaremos regurgitándoles el filete directamente al esófago como a cigoñinos para que no se molesten ni en masticar. Y la oferta cultural y de «ocio» (coloque y trasnocho) que reciben los jóvenes. La educación empeora por generaciones: nuestros autoritarios padres trataban de usted a los suyos, nosotros a ellos ya de tú pero con respeto y nuestros hijos nos tratan peor que a coleguis. Así que puedo imaginar al nieto de la chica del bloc como una especie de Alien reventando el vientre materno para empezar a hacer de las suyas sin respetar ya ni su propia gestación.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.