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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Acera para los ciclistas*

«Raro es el día que este periódico no publica el enfado de peatones por compartir la acera con bicicletas alegando un peligro, cierto pero inferior al que arrostran los ciclistas que se aventuran a circular por la calzada indefensos ante la prepotencia de los vehículos motorizados. La bici es el medio de transporte más eficiente, saludable y menos contaminante; pero, mientras que en ciudades europeas avanzadas se fomenta con una red de carriles que permite moverse con seguridad por las calles más importantes hasta el centro, en Logroño se han habilitado tramos periféricos o inconexos que no ofrecen una alternativa a la circulación por un ciudad llana y templada, ideal para moverse en bici. Ni siquiera se ha aprovechado la peatonalización para impulsar el tráfico de esos molestos individuos que incordian al peatón invadiendo su espacio sobre dos ruedas. En ciudades europeas más grandes la gente se mueve en bici tanto como en coche gracias a una solución tan sencilla como eficaz: reservar para los ciclistas una franja de acera, debidamente señalizada, de modo que peatones y ciclistas transitan sin conflictos respetando escrupulosamente sus respectivas zonas de paso. Pero esto requiere una buena anchura de las aceras, y ahí está el problema. Ejemplo: Vara de Rey, cuyos cuatro carriles dejan unas aceras raquíticas y sembradas de obstáculos que dificultan desplazarse no ya en bicicleta sino caminando. Un solo coche detenido en segunda fila anula automáticamente su carril, obligando a circular por el izquierdo si se desea avanzar, y dos coches detenidos en sentido contrario inutilizan media calzada, mientras los peatones se apiñan en las acerillas y los ciclistas se la juegan practicando un peligroso eslalon. Solución: redúzcanse los carriles a los dos realmente operativos y/o ensánchense las aceras de modo que permitan un carril para ciclistas y un espacio suficiente para que un cochecito de niño y una silla de ruedas se crucen con holgura. Esta modificación de las principales calles de la ciudad y el trazado de carriles para bici en las zonas peatonales, lograrían con una inversión mucho menor que la del soterramiento –bastarían una raya pintada y educación– una ciudad más ecológica, cómoda, segura y habitable; los peatones y los ciclistas, y no los automovilistas, serían los dueños de calle, y de paso se acabaría con la incívica lacra urbana de la doble fila».

*Cinco años después de publicarse casi tal cual esta columna, no sólo no se ha arreglado el problema sino que se va a empeorar por la vía represora, consagrando la supremacía urbana del coche y convirtiendo al ciclista en un ciudadano marginado con todas las de perder.

(La imagen muestra un carril bici en Múnich. Difícilmente podría aplicarse esta sencilla y barata solución en una acera plagada de farolas, postes, papeleras, marquesinas, señales, bancos, contenedores…)

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.