>

Blogs

Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Si bebes, no fumes

Como el de cualquier fábrica, el cierre de la tabaquera instalada en El Sequero es un trauma para sus trabajadores, un drama para sus familias y una mala noticia para la sociedad riojana. Pero dicho esto, y de corazón, el desmantelamiento de cualquier empresa fabricante de una sustancia tan nociva para la salud pública e individual debería ser al mismo tiempo una buena noticia. La progresiva concienciación de que aspirar humo de tabaco es un hábito que enferma y mata, favorecida por una legislación cada vez más restrictiva y una propaganda contraria cada vez más agresiva están reduciendo de modo drástico el consumo, y la caída de la demanda es el principio del fin de una industria que acabará desapareciendo. Ahora bien, mientras se siga fumando y el tabaco sea legal, hubiera preferido que la factoría de Agoncillo fuese la última en cerrar del planeta.

Pero mientras el tabaco va perdiendo la batalla, no hay quien le meta mano a otra sustancia más insalubre todavía: el alcohol. Auténtica droga («sustancia psicoactiva que causa dependencia»), es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos cuyo consumo nocivo también puede perjudicar a «bebedores pasivos» (familia, amigos, compañeros, desconocidos), y genera unas cargas sanitaria, social y económica inmensas. El caso es que la Ley prohíbe fabricar, almacenar, manipular, publicitar, vender y hasta poseer sustancias nocivas para la salud, así que tabaco y alcohol deberían estar prohibidos. Pero no sólo no lo están sino que el mismo cínico Estado que persigue el tráfico de otras drogas se beneficia con los elevados impuestos apoquinados por millones de auténticos enfermos atrapados en sus toxicomanías toleradas y, en el caso del alcohol, socialmente ensalzada, aunque la recaudación no cubra una mínima parte del coste sanitario que generan sus consecuencias.

La normativa antitabaco ha expulsado de los mil y un bares riojanos a los bebedores que también fuman para permitir a quienes no lo hacen beber sin malos humos, mientras la vía pública se ha convertido en un gigantesco fumadero al aire «libre» y en un abrevadero donde los adultos soplan a sus anchas y nuestros alevines de dipsómano se emborrachan desde los 13 años ante la indiferencia de la sociedad, la pasividad de las familias y la negligencia de la autoridad, tan ocupada en controlar su alcoholemia cuando cogen el coche.

Si nuestra civilización dura lo suficiente llegará un día en que las etiquetas de las bebidas alcohólicas exhibirán imágenes impactantes de los estragos que producen como primer paso de un proceso que acabará trincando la última factoría que las fabricaba. Mientras tanto, la intoxicación etílica seguirá permitida siempre que los que ejerzan ambos vicios no molesten con el humo. Pura hipocresía legislativa.

Temas

Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.