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Fernando Sáez Aldana

El bisturí

Manca educazione

Cuando a Giulio Andreotti –aquel diablo democristiano de comunión e intriga diarias que fue siete veces primer ministro de Italia y acabó acusado de mafioso– le pidieron  a principios de los 80 su opinión sobre la Transición española, sentenció: «Manca finezza». O sea, que faltaba finura, delicadeza. Si hoy levantara la chepa seguramente añadiría que en España, además, falta educación.

Solo con el estreno de la XII Legislatura en el Congreso tendría suficiente. Qué es sino mala educación no levantar el culo del escaño –hay que ver el apego incluso físico que llegan a cogerle al sistema los antisistema–, darle al móvil sin parar durante el discurso del Rey o no aplaudirlo, y no digamos exhibir en el templo de la Constitución una bandera inconstitucional o una camiseta que además de cutre proclama una sandez: claro que nadie votamos al Rey, pero el mamarracho asaltacolmados éste ya tiene edad para recordar que en el referéndum del 6 de diciembre 1978 el 88% aprobamos que España fuese una monarquía parlamentaria, obviamente hereditaria. Y que lo diga un indocumentado, vaya, pero que un Doctor en Ciencias Políticas se arrogue más legitimidad que Felipe VI no demuestra ignorancia sino mala fe.

Si don Giulio ojease la prensa digital, seguramente se haría cruces con la absolución de la cabo (¿o caba?) de la base de Rota que en plena discusión le espetó a un sargento: «grito porque me sale del coño». Aparte de que esta mujer posiblemente ganaría más exhibiendo su rara habilidad vulvílocua en teatros eróticos y cabaretes, el exabrupto no será delito de injurias pero sí una muestra de pésimos modales mal avenidos con las virtudes castrenses que deben adornar a un militar, aunque sea mujer.

Y si Andreotti, en fin, se diera una vuelta por Logroño, ¿qué diría ante la enorme pancarta con el texto «ESTAMOS HASTA LOS COJONES» que preside el Parque de Bomberos municipal? (Hace años colgaron una idéntica en la sede de la Policía Municipal logroñesa, y una de dos, o sólo estaban hartos los guardias varones o a las policías hembras se les acaba descolgando lo suyo por simpatía). Seguro que nuestros admirados bomberos sostienen reivindicaciones aceptables. Pero, ¿lo es tal forma de expresarlo? ¿Qué sería esto si los trabajadores de centros sanitarios, colegios, juzgados, Consejerías o delegaciones provinciales de algo, habitualmente infestadas de descontentos, desplegasen en sus fachadas frases tan soeces para proclamar su insatisfacción? Y luego está, claro, la debilidad institucional que permite tanto la grosería coñiparlante como la banderita tricolor que la camiseta verbenera o la conversión del camión apagafuegos en un pasquín sindical rodante. Sí, el viejo zorro Andreotti sentenciaría hoy que en España manca educazione. Y, desde luego, autoritá. Mucha.

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Por Fernando SÁEZ ALDANA

Sobre el autor

Haro, 1953. Doctor en Medicina especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología jubilado en 2018, ya escribía antes de ser médico y lo seguirá haciendo hasta el final. Ha publicado varios libros de relatos y novelas y ha obtenido numerosos premios literarios y accésits. El bisturí es una columna de opinión que publica Diario LA RIOJA todos los jueves desde 2004.