Los tiempos cambian y con cada época desaparecen ocupaciones humanas a medida que van perdiendo su utilidad. Así, en el último medio siglo han ido extinguiéndose oficios como guarnicionero, talabartero, colchonero, sereno, telefonista, aguador, carbonero, limpiabotas, afilador, hojalatero y una larga lista de trabajos ya inexistentes o en vías de serlo. La causas principales son: el progreso tecnológico que lo ha mecanizado todo, una sociedad de consumo de usar y tirar lo que se estropea, el cese de la actividad a la que servían o la transformación de sus antiguas funciones y tareas en otras.
En nuestros días también están desapareciendo oficios que en una o dos generaciones acabarán tan olvidados como lo son ahora los de costurera, soguero, hilandera, pregonero, nodriza o peón caminero. He aquí unos ejemplos:
Encofrador: su trabajo consistía en preparar unos moldes de metal o madera que rellenaban de hormigón para levantar las vigas que formaban el armazón de las viviendas, en la época en que éstas se construían en España.
Caravistero: era el encargado de levantar después los muros de las citadas viviendas apilando ladrillos a cara vista, de ahí su nombre. Unos y otros se extinguieron por la llamada precisamente «crisis del ladrillo».
Parlamentario: antiguamente era un señor bien vestido, educado, culto, diplomático y con dotes de oratoria, que se dirigía al Parlamento con un lenguaje políticamente correcto. Hoy en España apenas quedan ejemplares, sustituidos por tipos y tipas mediocres afectados de sectarismo, falta de ideas, crasa ignorancia, lenguaje tabernario, grisura intelectual e incluso indumentaria de mamarracho.
Cartero: antes cuando querías decirle algo a alguien que estaba lejos le escribías una carta que un empleado de Correos transportaba en una saca hasta el buzón del destinatario. Hoy en día recibir una carta es para echarse a temblar. Ya no contienen noticias de la familia, los amigos o declaraciones de amor sino, mayormente, amenazas legales de esbirros del Estado.
Estibador: así denominaban al jornalero encargado de cargar y descargar en el puerto. Hoy es el distinguido miembro de un gremio monopolista de creación franquista que puede ganar más que un profesor o un médico y transmitir su privilegio vitalicio a quien quiera, con patente de corso otorgada por la izquierda.
Escolta de amenazado por ETA: arriesgaban su vida protegiendo la de potenciales víctimas de los matones etarras y ahora se quedan en la calle sin alternativa. Con la cantidad de gente que hay necesitada de protección contra maltratadores, porteros de discoteca, tuiteros facciosos, piquetes «informativos», peatones logroñeses cruzando pasos de cebra, compañeros de partido, Bildu, los Cañamero, la CUP…