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María José González

El Tragablog

“He salvado a mis sobrinas de la ablación”

 

Transformar la realidad para evitar que las niñas corran su misma suerte: la ablación. Ese el objetivo que persigue la activista contra la mutilación genital femenina, Fátima Djarra Sani (Bisáu, GuineaBisáu, 1968), sin más armas que la información y el coraje, cuidando la tradición de sus ancestros, pero sólo de aquello que realmente lo merece. Era una niña de cuatro años, cuando le extirparon la mayor parte del clítoris y una porción de los labios menores de la vagina a golpe de navaja. Lejos de doblegarla, los efectos físicos y psicológicos de la ablación despertaron en ella un indómito deseo de lucha contra aquellas tradiciones de su pueblo que suponen un ataque frontal a los derechos de la mujer. Fátima respeta sus raíces. Ama su tierra. Sin embargo, considera que «la cultura y la tradición de una sociedad patriarcal pueden ser de otra manera». Sani estuvo recientemente en Logroño en el Espacio Santos Ochoa para presentar ‘Indomable. De la mutilación a la vida’, un libro en el que narra su experiencia.

–De la mutilación a la vida. ¿Las mujeres que han sufrido la ablación se sienten muertas?
–Claro. El proceso es terrible. No hay ningún tipo de anestesia y no se practica en un hospital. Pero ese no es más que el comienzo de los padecimientos. Cuando la mujer se hace adulta tiene muchos problemas psicológicos, al margen de las dificultades para mantener relaciones sexuales o para parir.

–Usted sufrió la ablación con cuatro años y su hermana con ocho.
–Todas las mujeres de mi familia están mutiladas porque es una práctica tradicional de mi etnia. Sólo ahora, la nueva generación se está liberando. Tengo sobrinas que no han sido mutiladas por mi lucha y por la concienciación que hecho a mi familia de que no les practiquen la ablación. Ellas se han salvado.

–También las niñas residentes en España, cuyas familias proceden de lugares donde aún se llevan a cabo estas prácticas, corren el riesgo de ser mutiladas cuando vuelven a sus países de vacaciones.
–Sí. Se calcula que unas 17.000 están en peligro. No serán amputadas aquí, si no cuando, efectivamente, van de vacaciones. Muchísimas familias muy tradicionales no reconocen el dolor y las consecuencias que eso tiene. Como es su cultura, piensan que están haciendo un bien a las niñas. Y lo festejan como cuando aquí se celebra la Primera Comunión. Además cada vez lo hacen más cuando son bebés. Antes la edad era de cuatro a catorce años y ahora se ha reducido a lactantes.

–¿Y a qué obedece esto? ¿Falta integración de esa población en la sociedad española?
–Sí, por supuesto. La integración es fundamental para concienciar a las familias. Muchos hombres no saben realmente las consecuencias porque no hablan con sus mujeres de ello. Por eso sería necesario una integración social para poder hacer una labor de sensibilización que propiciase que las mujeres les contasen a sus maridos lo dañina que es la ablación, lo que sufren, los problemas que tienen. Porque no son consecuencias ni de la magia, ni del vudú, ni de enfermedades, si no de la mutilación. Si los hombres fueran conscientes de todos los peligros que la ablación conlleva, no la querrían para sus hijas.

–¿Los servicios públicos están haciendo labores de concienciación dirigidas a esas familias?
–No, no. En absoluto. Hay organizaciones que están trabajando mucho, pero falta una intervención social e intercultural desde los servicios sociales, los centros sanitarios y el sistema educativo con apoyos formativos y económicos.

–¿Por qué se decidió a escribir un libro tan personal y doloroso?
–Porque las mujeres africanas tienen vergüenza de hablar de este tema dado que se están refiriendo a su parte genital. Por eso es importante que mujeres que hemos pasado por la navaja hablemos con ellas. Que compartamos las experiencias para evitar que a nuestras niñas les pase lo mismo.

 

Sobre el autor

María José González Galindo. Bilbao. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco (UPV). Periodista de Diario LA RIOJA desde 1991. Redactora de Local en las áreas de Economía, Infraestructuras y Laboral.


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