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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Nuevo fin del mundo

Los hemos visto en grupos multitudinarios practicando bailes rituales o haciendo meditación en torno al calendario maya, por todo el mundo. Este fin del mundo vaticinado por los mayas para el pasado viernes ha sido uno de los acontecimientos más comentados en los medios y en las redes sociales. Unos por convicción y muchos más por hacer el friki, han seguido y celebrado el último fin del mundo y quedan a la espera del siguiente. Este, como todos los apocalipsis amarillistas ha sido un fiasco, un aburrimiento, no ha pasado nada. Y eso es lo malo, porque parece que el fin del mundo no es lo peor que podría pasarnos.

He perdido la cuenta de todos los fines del mundo a los que he asistido ya. Me llama la atención esta fascinación humana por asustarse con algo, este afán por sentir temor. ¿Nos acordamos todavía del efecto 2000? Pues ni los ascensores se cayeron, ni los programas informáticos dejaron de funcionar. En fin, como escribió Chesterton, “lo malo de que la gente haya dejado de creer en Dios, no es que ya no crea en nada, es que cree en cualquier cosa”.

Ni el fin del mundo va a venir de fuera, ni tampoco desde fuera hay una solución mágica para todos nuestros problemas. Todo depende de nosotros mismos, aún con nuestros miedos y nuestros temores. La misma situación para unos puede ser el fin del mundo y para otros, en cambio, es una prueba de superación, de coraje y de demostrar que se puede salir adelante.

En nuestro país andamos sobrados de agoreros apocalípticos, muchos por interés político, y estamos instalados en una especie de fin del mundo permanente, vamos, lo de los mayas pero a la española. Son los que anuncian el fin de la sanidad o de la educación públicas, o los que profetizan que se acaba con el sistema de pensiones. Pero este fin del mundo hispano también lo superaremos, como hemos superado otros, y saldremos adelante, con trabajo, con sacrificio, con esfuerzo, con solidaridad y con humor.

El mismo día del supuesto fin del mundo maya recibía un  guasap (whatsapp) que decía que la verdadera profecía de los mayas era más o menos esto: que no “maya” tocado la lotería, que no “maya” ido de vacaciones, que no “maya” dicho mi santo “yo me encargo de preparar todo para Nochebuena”, que mi jefe no “maya” subido el sueldo” y que hoy “maya” visto con más arrugas en el espejo.

El fin del mundo y el comienzo del paraíso podemos encontrarlos cada día. Depende de nuestras decisiones habitar el cielo o el infierno, aunque nos olvidemos de ello. Va a resultar que no nos viene mal que de vez en cuando vengan unos, en este caso los mayas, y nos lo recuerden con el anuncio de un nuevo fin del mundo.


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Por Mayte CIRIZA

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