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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Géneros de renuncias

Es una foto para la historia: el helicóptero con el Papa dentro (por unas horas todavía lo era) sobrevolando el Vaticano con la cúpula de San Pedro al lado y el cielo rojizo del atardecer de Roma al fondo. Tienes la sensación al verla de que ya no hay marcha atrás. Ni soy ni quiero ser teóloga (las tertulias de repente se han llenado de ellos), pero el hecho en sí de la renuncia del Papa, desde un análisis seglar, me parece un acto de honestidad, de coherencia y de humildad. Y todo ello llama más la atención porque en esta época que nos ha tocado, estos valores no abundan mucho. Que el Papa renuncie es algo tan inusual, tan atípico (desde la Edad Media no renunciaba ninguno), que te da qué pensar en el hecho en sí de las renuncias.

Y es que estamos siempre renunciando. En la vida, es tan importante saber aprovechar las oportunidades como saber cuándo hay que renunciar a algo. Las nuestras no son renuncias históricas, como la del Papa, pero son determinantes para la vida de cada uno. Cualquier decisión que tomamos implica una renuncia, supone descartar algo, es asumir que vamos a seguir un camino y dejar de transitar todos los demás.

Cuando, por ejemplo, decides tener un hijo, renuncias a las horas de sueño, a hacer la vida por tu cuenta, a la comodidad en general. La madurez es asumir compromisos y responsabilidades, darte cuenta de que no puedes hacer todo lo que quieres y que debes renunciar a muchas cosas en tu vida. Esas renuncias no son ni buenas ni malas, sencillamente tienes que asumirlo.

Ahora bien, las que de verdad sabemos de renuncias somos las mujeres. En este caso, de renuncias amargas, nada positivas. Al contrario que el Papa, la mayor parte de las mujeres no renuncian libremente.

Sin ir más lejos, esta semana se celebra uno de esos días internacionales, en este caso dedicado a la mujer trabajadora. Pues bien, las mujeres antes de aceptar un ascenso se plantean si van a poder “renunciar” a su vida familiar, algo que la mayoría de los hombres ni lo consideran. Pero, para que se lo planteen, se lo tienen que haber ofrecido antes, que esa es otra. Y de esta manera, entre que no hay una igualdad en las ofertas y que muchas renuncian una vez que se lo han ofrecido, llegamos a lo que publicaba este nuestro periódico el pasado domingo: “el número de hombres en puesto directivos en La Rioja dobla al de las mujeres”. Por no hablar del porcentaje de ellas que renuncian a tener más hijos porque saben que esto les va a perjudicar en su carrera profesional (según la última encuesta, ocho de cada diez) o de las que abandonan porque los tienen, o de las que renuncian a su vida personal para poder conciliar la vida laboral y familiar.

¿Por qué casi siempre somos las mujeres las que tenemos que renunciar? Vamos, que el 8 de marzo podría llamarse también “el día de las mujeres que renuncian”, porque no sólo hay géneros de renuncias, sino también renuncias de género.


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Por Mayte CIRIZA

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