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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

No me aburro

Me tocó al lado el más soso y aburrido de toda la mesa. Dos horas de cena de trabajo que se me hicieron interminables. No veía el momento de quitármelo de encima. Solo sabía hablar de temas laborales, como si no hubiéramos tenido bastante ya con la reunión de varias horas. Además, lo que decía no tenía ningún interés y, para colmo, era de esos que lo repite todo dos veces con el mismo tono y sin ninguna gracia. Una cena soporífera. Por eso son mucho mejor las cenas de pie, porque así puedes escabullirte de los aburridos. Como decía Groucho Marx, “en las fiestas no te sientes jamás, puede sentarse a tu lado alguien aburrido”.
Hay personas con un auténtico talento para aburrir a los demás. En el día a día los tenemos a cada paso y hay que hacer lo posible para identificarlos y evitarlos. Como muchas veces no te queda más remedio que aguantarlos, hay que aprovechar los ratos de ocio que cada uno tiene para estar con quien te lo pasas bien, te diviertes y estás a gusto.
El aburrimiento se produce cuando crees que no haces lo que quieres y haces lo que no quieres. No está mal aburrirse alguna vez, el problema es cuando el aburrimiento es algo habitual, porque aburrirse es malo. En una época en la que hay tantos estímulos externos y tantas posibilidades de hacer montones de cosas, no hay excusas para aburrirse.
Una persona aburrida, además, pierde concentración, pierde motivación y su actividad cerebral disminuye. Leía este domingo en la prensa que, según una encuesta del Instituto Gallup, entre los años 2006 a 2016 nada menos que un 43% de los españoles aseguran no haber hecho nada interesante el día anterior (un 47% en todo el mundo). Lo que da la razón al escritor Isaac Asimov, que en 1964 escribió que el “aburrimiento se convertirá en la principal enfermedad de nuestra época hasta tener consecuencias mentales, emocionales y sociológicas”.
Se ha demostrado que el aburrimiento reduce la esperanza de vida. En un estudio de unos profesores de la University College de Londres, hecho con funcionarios de mediana edad, se llegó a la conclusión de que una vida con demasiado aburrimiento puede acabar con cualquiera, que cuanto más aburridos son tu vida y tu trabajo, más probabilidades tienes de morir antes de tiempo. Según la investigación, los funcionarios que declararon sentirse más aburridos en su trabajo tenían un 37% más de probabilidades de fallecer en la década siguiente. Vamos, que se cumple literalmente, según la investigación, el sentido de la frase “morir de aburrimiento”. Hay que disfrutar con el trabajo, con los amigos, con el ocio. Hay que matar al aburrimiento antes de que el aburrimiento nos mate a nosotros. Tenemos que hacer todo lo posible para no aburrirnos, para poder decir cada día, “no me aburro”.

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Por Mayte CIRIZA

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