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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Tiempo perdido

Durante toda la semana muchos estuvieron haciendo apuestas sobre las canciones favoritas para el Festival de Eurovisión de este año, sobre las coreografías, el estilismo y si esa pareja insoportable, empalagosa, sosa y cursi que ha representado a España iba a darse un beso en el escenario. El sábado por la noche estuvieron colgados de la tele viendo las actuaciones y las votaciones. El lunes iba a ser el tema de conversación y había que estar al tanto para poder opinar. Pues no lo vi. Tampoco este año vi ese coñazo insufrible de Festival. A cambio, esas horas que compartimos con unos amigos las disfruté especialmente, haciendo exactamente lo que quería hacer en ese momento.

¿Cuántas veces en la vida hacemos lo que no nos apetece por seguir la corriente, por un compromiso o por postureo? ¿Cuántas veces hemos visto hasta el final una película que no nos gustaba pero que “había que ver” porque era la más taquillera? ¿Cuántas veces nos hemos terminado el libro del que todo el mundo habla aunque se nos caía de las manos?

Muchas veces tenemos que hacer lo que no nos gusta o sin pararnos a pensar nos dejamos arrastrar por lo que se lleva. Y no siempre podemos elegir, el día a día te arrastra, hay tantas obligaciones y tantos compromisos a los que no puedes decir que no, que cuando de verdad somos dueños de nuestro tiempo, esas horas en las que hacemos lo que nos apetece valen doble.

Cuando eres joven estás más condicionado por los juicios de los demás, por las etiquetas, por la aceptación de los otros y supeditas una parte, a veces importante, de tu tiempo a ello. En algún momento de la vida esto empieza a darte igual, y sin enfrentarte a nadie, buscas esos espacios para ser tú misma. Y esos espacios son los que te reconcilian con la vida.

Tampoco es cuestión de romper radicalmente con todo, pero negarse a algo es tan imprescindible como afirmarse: hay que ser positivo y decir “no” de vez en cuando. No debemos pretender hacerlo todo o tenerlo todo; lo que puede parecer renunciar a algo, muchas veces se convierte en una liberación.

Con los años vas aprendiendo lo que de verdad importa, lo que realmente merece la pena, lo que te da paz, con quién quieres estar. Una de las pocas ventajas de cumplir años es que te vas liberando de las ataduras de esas obligaciones que te has ido creando, y aprendes a decir que no cuando te das cuenta de que nunca vas a recuperar el tiempo perdido.

50e

 

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Por Mayte CIRIZA

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