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Mayte Ciriza

Que quede entre nosotros

Fuera de clase

En cuanto suena el timbre del recreo todos los alumnos de clase, de entre doce y trece años, se abalanzan ansiosos sobre sus mochilas para coger compulsivamente el móvil. Llevan dos horas de clase y no aguantan tanto tiempo sin entrar en guasap, instagram o youtube. Cómo será la cosa que en algunos colegios la señal de wifi se colapsa durante el recreo. Muchos profesores se quejan de que los chavales ya no practican deporte o charlan en corrillos, sino que se pasan la media hora con la vista clavada en la pantalla del móvil, chateando o en las redes.

Esto es una epidemia universal, hasta el punto de que en Francia (¡ay, Francia siempre pionera!) han prohibido por Ley el uso del móvil en las aulas a 12 millones de alumnos de hasta 15 años. En el bachillerato los profesores tendrán la posibilidad de prohibirlos también, pero no la obligación. Según el Gobierno de Macron, su uso perturba la capacidad e atención de los alumnos en clase, el clima escolar, y reduce la actividad física en los recreos.

Nueve de cada diez niños de entre 12 y 17 años tienen un móvil y su uso, de forma razonable, es estupendo y estimulante, no hace falta insistir en ello. El uso de redes sociales, por ejemplo, libera neurotransmisores asociados con el placer cerebral, como la dopamina. El problema es su uso sin límite y su uso en los colegios o institutos. Utilizar el móvil en el aula supone pérdida de atención y de concentración. En cuanto una materia o un tema les resulta difícil o no les interesa, cogen el móvil para ver el último chat y eso hace imposible mantener la atención.

No creo que esto tenga que ver con el acoso escolar. No por no usar el móvil en las aulas o en el recreo, va a haber menos acoso escolar, sino que tiene que ver con el aprendizaje. En muchos centros educativos se prohíbe, y en algunos se les confisca durante varios días, pero hay no pocos padres que exigen que se les devuelva de forma inmediata y protestan por el hecho de que no se les deje usarlo en el colegio. Claro, son esas familias que cuando las ves en una mesa comiendo, están todos dale que te pego al móvil. Y cuando alguno de los pequeños da algo de guerra, le dan una tableta para que se entretenga y deje en paz a los padres.

A clase se va a atender y a aprender. Al recreo se va a jugar, a correr, a moverse, o a estar sentado hablando con los compañeros, a socializarse y relacionarse, que es una de las cosas más educativas de la escuela. Así que lo mejor es una Ley como la francesa. No sé a qué estamos esperando. El móvil fuera de la clase.

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Por Mayte CIRIZA

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