El mar de la tranquilidad | Entre visillos - Blogs larioja.com >

Blogs

Entre visillos

El mar de la tranquilidad

Uno de los acontecimientos que impactó mi adolescencia fue la llegada del Apolo XI a Luna. Todavía hoy recuerdo como, boquiabierta, seguía en la pantalla del televisor, en blanco y negro, las imágenes difundidas por la NASA en las que Neil Amstrong ponía su pie, el primer pie humano, en el Mar de la Tranquilidad, un lugar desconocido hasta entonces para mí. La huella del calzado del astronauta en el paisaje lunar y sus palabras: “un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, permanecen indelebles en mi memoria. Durante tiempo coleccionamos cromos de planetas y aprendimos de memoria los nombres de los tres hombres que habían personificado tan importante hazaña.

Así como ahora no se habla de otra cosa que de la puñetera “prima de riesgo”, cuya proeza consiste en expulsarnos masivamente hacia la indigencia colectiva, que es una forma muy peculiar de ponernos en órbita, por aquellos días, la conversación recurrente era el viaje a la Luna. Hubo variadas corrientes de opinión sobre el asunto, yo me incluyo en el que denominaré grupo de los “boquiabiertos”, porque creíamos a pies juntillas que aquello no sólo era indudable, sino que semejante avance era el primer paso para el conocimiento del universo interestelar y que ratificaba que el ingenio y la inteligencia humana no tenían límites. En fin, veíamos a la ciencia avanzando a la velocidad de la luz y al hombre resolviendo todos los enigmas del universo.

Había otro grupo, seducido por el género detectivesco, que creía que aquello era un montaje de los americanos para, en plena guerra fría, ridiculizar a los soviéticos que ya habían conseguido que Yuri Gagarin orbitara la tierra varios años antes. Pero nada, esta teoría se desinfló cuando los soviéticos reconocieron el exitazo americano en la conquista del espacio al que, unos y otros, dedicaban tan ingente presupuesto, una forma de asombrar al mundo disputándose el título de primera potencia mundial. El tercer grupo, que no era pequeño, lo integraban los “incrédulos”. A mí, sinceramente, me apasionaba porque impregnó de anécdotas aquellas tardes del verano de 1969. Yo, por aquella época, sólo conservaba a una abuela y no recuerdo que le emocionara nada el asunto espacial pero no puedo olvidar las opiniones de otros abuelos de amigas que se reían en las tertulias vespertinas que se tenían en la puerta de casa, cuando cada vecino bajaba su silla y se acomodaban para pasar unas horas de animada tertulia mientras refrescaba para irse a dormir.

-Llegar a la Luna ¿cómo os podéis creer semejante historia? Eso es una película que han hecho los americanos y es tan mentira como todas las películas que ponen en el cine. Inocentes, que sois unos inocentes. Si viviera mi padre…como se reiría mi padre, ¡ignorantes!…-exclamaba al tiempo que golpeaba con su churra la acera de forma solemne. Yo lo miraba boquiabierta y sin comprender como podía poner en duda un hecho que todavía hoy me fascina y que había iluminado mi universo adolescente con un toque de ciencia y aventura más apasionante que las 20.000 leguas de viaje submarino o el viaje al centro de la tierra de Julio Verne. Cuarenta y tres años después el Curiosity ha llegado al planeta Marte y aunque el acontecimiento resulte de parecida trascendencia, sin embargo, en este mundo que ya no guarda espacio para el asombro y donde la única sorpresa radica en comprobar cómo, lustro tras lustro, sobrevivimos a nuestros propios errores, cíclicamente reiterados, el hecho ha pasado casi más desapercibido que el estreno de la película Prometeus que nos muestra un mundo más inquietante que nuestras propias incertidumbres. En fin señores, disfrutemos del verano y mientras las fuerzas del mal se toman vacaciones soñemos con volver a poner nuestros pies en el añorado Mar de la Tranquilidad.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


agosto 2012
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031