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¡Con la que está cayendo!

¡Con la que está cayendo! A usted a lo mejor no le importa pero le confieso que tengo el corazón destrozado tras conocer que una de las estrellas de fútbol mejor pagadas del mundo, está triste. Perdone que lo repita pero, con la que está cayendo en este país ¿es normal que hasta los telediarios abran con semejante noticia y tengamos a cientos de expertos escudriñando las señales que envía el oráculo de Delfos para desentrañar las causas del sorprendente estado de ánimo de un futbolista? Ya sé, ya sé que aunque no tengo ni idea de fútbol, se trata de uno de los mejores futbolistas de la historia. Vale. Pero me pregunto yo, en mi infinita ignorancia, esta estrella del firmamento ¿sabe en qué mundo vive? ¿es consciente de lo que ocurre a su alrededor? ¿conoce que el hambre, la miseria y las guerras habitan entre nosotros?    

Ya sabemos que el dinero no da la felicidad, pero lo cierto es que no todos tienen en esta vida ocasión de comprobarlo. Seguramente, la tristeza de Cristiano Ronaldo tiene componentes metafísicos que los mortales no alcanzamos a comprender, pero sería conveniente para este endiosado futbolista, ser capaz de calibrar la medida y la importancia de las cosas. Sería mejor para su estado de ánimo y para su imagen exterior, que tanto le preocupa, porque corre el riesgo de que lo tomen a chirigota y le llamen con apelativos que yo no me atrevo a escribir aquí pero que dejo a su imaginación. Portugal, su país, trata con dificultades de superar un duro rescate con penosas medidas de ajuste a costa del bolsillo y el recorte de derechos de sus compatriotas. En España, donde vive, millones de personas no encuentran empleo y la mitad de ellos, jóvenes como él, no tienen hombro donde llorar sus tristezas ni billetes donde enjuagarlas. Acaba de comenzar el curso y miles de niños van a ir al cole llevando en su mochila un termo y una tartera con la comida porque sus padres no pueden permitirse pagar el comedor escolar. Estos días cientos de jóvenes preparan las maletas, meten en ella su título universitario y unos ahorros que les ha dado el abuelo y van camino de la frontera para trabajar en lo que sea. Una cuarta parte de la población vive en el umbral de la pobreza y algunos, solo algunos, albergan la esperanza de que les concedan la prestación de 400 € para tratar de sobrevivir mientras escampa el temporal. No quiero seguir porque me dirán que esto es demagogia y probablemente lo sea, pero me pregunto si lo de Cristiano Ronaldo no es entonces simplemente estupidez.

 No tengo nada contra aquellos que tienen la suerte de ganar millonadas jugando al fútbol pero, al menos, habría que pedirles que fueran más sensatos o tuvieran un poco de pudor y humildad. Sería aconsejable que Cristiano Ronaldo aprendiera de otros compañeros más discretos y, en consecuencia, más queridos. Ahí están quienes saben llegar al corazón de la afición como Andrés Iniesta, más sencillo y entrañable, o  como Casillas y Xavi, amigos más allá de la competitividad como adversarios o del tenista Rafa Nadal, con su comportamiento siempre afectivo y cordial. En fin, si Cristiano está triste, sus razones tendrá, pero un poco de culpa también tenemos nosotros que les mostramos más admiración de la que a veces algunos merecen. A mí me entristece, además de lo dicho, que tengamos maravillosos jóvenes científicos que con enorme sacrificio y con salarios de miseria se pasan el día encerrados en laboratorios para conseguir avances para curar, por ejemplo, el cáncer o la diabetes y no sólo no nos cuentan en la prensa si están tristes sino que simplemente no sabemos ni que existen porque, en el fondo, la gran aspiración de millones de niños es la de ser simplemente Cristiano Ronaldo. Está claro que en el pecado llevamos la penitencia.

 

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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