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La niebla

Cuando estás entre la niebla es tan difícil atraparla con las manos como ver con claridad más allá de tus narices. El otoño trae nieblas y las elecciones también. Nos quedan, por tanto, algo más de cuarenta días de nebulosas. Algunos son verdaderos expertos en la producción de neblinas con el único objetivo, no confesado, de confundirnos. Ahora estamos envueltos por la niebla catalana. Los independentistas están afectados por un ataque de prisa como si la independencia fuera un problema de velocidad y no de normas internacionales. Forzando la maquinaria y sobre todo la legalidad no llega antes la madrugada, al contrario, vulnerando las reglas del juego pueden perder lo que quieren ganar, es decir, apoyo internacional. Hasta el lehendakari Urkullu ve un desatino la declaración unilateral de independencia. La presidenta del recién constituido parlamento catalán violentando el Reglamento de la Cámara no consigue sino deslegitimar su propia autoridad. Por otro lado, Artur Mas y Convergencia están atrapados en sus propias mentiras, además de enfangados hasta el cuello de corrupción. Tiene gracia que en esta materia han conseguido parecerse, como dos gotas de agua, al estado del que quieren separarse. ¡Qué cosas tiene la vida! Cataluña y España han producido tanto corruptos que necesitan además de una limpieza general unos líderes políticos con más altura moral que la mediocridad actual.

En realidad tanto Mas como Rajoy tienen los armarios llenos de vergonzosas renuncias al interés general y de grandiosos altares a sus egos personales y a su instinto de supervivencia. Por eso esta niebla densa de la independencia resulta vital para a un Mas necesitado de algún triunfo de tanta dimensión que pueda ocultar, a un tiempo, la basura que le rodea y su incapacidad como gestor público. Mas ha convertido el nacionalismo moderado de la burguesía catalana al independentismo radical que asusta ya a sus propios correligionarios antes de haberse materializado la declaración unilateral de soberanía que puede convertirse en el anuncio de su funeral político. Por otro lado a Rajoy, como se dice vulgarmente, le ha venido Dios a ver en la antesala electoral y va a sacar jugo de este dislate a poco que se lo proponga. No podemos olvidar que la negligencia de Rajoy respecto de Cataluña ha sido mano de santo para los secesionistas, su inacción ha sido una fábrica de independentistas. Además de invocar a la ley hay una vertiente política que él y su partido se han negado a abordar porque les daba votos en el resto de España. Los secesionistas rezan para que Rajoy utilice el artículo 155 de la Constitución, es decir, la suspensión de la autonomía, para envalentonar a los suyos. Es por tanto la hora de la inteligencia y de la unidad, pero también de la grandeza.

En las conversaciones con los líderes del resto de partidos Rajoy  ha obtenido un respaldo mayoritario de quienes aspiran a sustituirle, aunque no pueden otorgarle un cheque en blanco. El reto de los independentistas es el mayor problema institucional de los últimos lustros. El presidente sólo ha reaccionado in extremis, por eso Rajoy es parte del problema pero no de la solución. Sonando los clarines de la campaña va a ser difícil concretar un plan de acción en estos meses de interinidad gubernamental. Todos han declarado que este asunto quedará al margen de la batalla electoral, pero no es cierto. Una vez que la economía se ha visto languidecer en el segundo semestre y que la legislatura concluye conun paro desbocado y un empleo de baja calidad, el PP precisa recurrir a las nieblas intensas para atolondrarnos. A fecha de hoy, a Rajoy como a Mas, ya solo les quedan las banderas. Veremos a ver si alguno de los dos sobrevive al desafío de sus propios errores, aunque lo importante es que cuando despeje la niebla luzca el sol en toda España.

 

 

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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