REDES SOCIALES Y DESCONEXIÓN DEL VINO CON LOS JÓVENES
El consumo de vino en España y en países como Francia e Italia, cuya cultura va inexorablemente unida a este producto típico de la dieta mediterránea, desciende cada año. Tanto, que en los últimos 25 años el consumo per cápita se ha reducido a la mitad. Pero en el rango de edad en el cual el desplome es más acusado es en el de los jóvenes. Hasta los años 80 el vino era el pretexto de los jóvenes para empezar a alternar, entendiendo como tal, pasar un rato con los amigos para charlar, ligar, o echar unas risas,….. Decíamos vamos “de vinos”, a “potear”, “txikitear”, o ir de “chatos”. ¿Quién dice entonces que lo de chatear es nuevo?, yo, mi padre, mi abuelo, y el abuelo de mi abuelo ya chateábamos. Para ello no utilizábamos ningún artilugio tipo ordenador, portátil, tablets, iPhones, Smartphones, o como quiera que se llamen todos esos chismes electrónicos, sino que en cuadrilla nos juntábamos, después de trabajar, al salir de clase en la universidad, o los sábados y domingos, para charlar y de paso, beber unos vinos alegremente. Eso era chatear. Los que no chatean, o lo hacen muy poco, al menos en el sentido que lo hacíamos nosotros, son los jóvenes de ahora.
Curiosamente lo que ocurre en España con relación a esta perdida de la costumbre de actividad social ligada al vino, es justo lo contrario de lo que pasa en países como Estados Unidos, allí los veinteañeros (los American Millennials, conocidos también como generación Y) beben cada vez más vino, y no lo hacen de modo solitario, sino que beben en familia, en las comidas con los amigos, o piden una botella o una copa para disfrutarla tranquilamente en conversación. El otro día me comentaba un buen amigo, director técnico de un grupo bodeguero con bodega en Logroño, al otro lado del puente de hierro para más señas, que por solicitud de su distribuidor en los países nórdicos, habían preparado una partida de vino elaborado de acuerdo a sus requerimientos con una etiqueta especial de un grupo de rock (“Deadication”) para un festival de Heavy metal en Suecia. Esto en España, el país del mundo con el viñedo más grande, es algo insólito. Como también lo es, y por eso especialmente aplaudo, iniciativas como la de lomejordelvinoderioja.com, el portal del vino de Rioja de larioja.com plasmada en las jornadas de “Riojano, Joven y Fresco” y patrocinadas por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja, el Gobierno de La Rioja y el Ayuntamiento de Logroño. Este tipo de actuaciones facilita el acercamiento de los más jóvenes al mundo del vino y abren el camino de futuros entusiastas, no solo del vino como bebida sino de todo lo que a su alrededor gira.
Las razones por las cuales los jóvenes beben cada vez menos vino, de acuerdo a varios estudios de marketing son, entre otras, las siguientes:
El vino no es una bebida que se relacione con las características propias de los jóvenes: vitalidad, emoción, fuerza, pasión, deseo de aventura,….. Las campañas publicitarias, hasta ahora, han ido dirigidas a personas maduras, con alto valor adquisitivo, perfil que no se corresponde con el de un veinteañero actual, estudiante, parado o mileurista.
Beber vino esta ligado a costumbres tradicionales, no se lleva, no va con los jóvenes, no resulta “trendy”. Llevándolo al extremo se considera el vino como un producto para gente “mayor”.
Al principio el sabor del vino no es agradable. El vino, como también la cerveza, y otros muchos alimentos, requiere un periodo inicial hasta adquirir costumbre y que las sensaciones cambien. Hace unos años, aún adolescentes, por iniciativa de nuestros padres, empezábamos a beber vino en casa con las comidas, un vasito con gaseosa o agua, con lo que enseguida nos habituábamos a su sabor. Esa práctica ahora sería quizá motivo de denuncia. En el caso de la cerveza los jóvenes superan los primeros tragos porque ven como sus amigos o el resto bebe, dejándose llevar por lo que la mayoría hace.
Las reservas para iniciarse en el consumo del vino, tienen su excepción en el Lambrusco. Muchos jóvenes cuando van a un italiano se piden con la pizza este espumoso, habitualmente de mala calidad, pero con buena presentación y agradable. El mismo efecto, pero de seguro mejor calidad, se conseguiría con cualquier vino del año de Rioja con gaseosa. Sin embargo, el Lambrusco es italiano, y esta de moda.
El vino es caro en los restaurantes. Resulta más barato pedir un refresco, una cerveza o agua. Lo que no esta dispuesto un joven es a pagar más por la bebida que por la comida. Pensando en estos clientes, y probablemente en los de cualquier edad, igual los restaurantes deberían replantearse reducir los márgenes, buscando el beneficio a base de una mayor rotación a menor precio. El servicio por copas sueltas es otra alternativa, en la línea de ganar adeptos al vino y de vender el producto a aquel que no desea beber más o no quiere pagar por lo que no va a consumir.
En las discotecas y bares de copas no encuentras vino, a no ser que descorchen una botella especialmente para ti, o te conformes con una botella que lleva abierta no se cuanto tiempo. Pedir un vino en bares de noche, incluso en Rioja, puede costarte como poco una mala cara, por lo que al final te decides por la cerveza o el combinado. Con lo fácil que sería que los bares dispusieran de esos accesorios, que por poco dinero, mediante vacío se consigue mantener el vino en buenas condiciones varios días. Por no mencionar otros artilugios que son perfectos para conservar el vino en la botella abierta, pero que su precio no resulta accesible para todos los establecimientos.
A no ser que seas un experto, incluso en Rioja, comprar vino es una decisión complicada. ¿qué tipo, denominación, marca, cuanto me gasto,…?. Aún teniendo un presupuesto asignado, la mayoría de gente no sabe por cual decidirse y acaba decantándose por las marcas conocidas, las denominaciones tradicionales (ahí Rioja lleva ventaja), o se compra una u otra botella mirando solo el precio, función del evento a festejar, lo cual no es siempre garantía de éxito.
Los jóvenes conciben el vino más como una bebida para disfrutar en una comida con la familia o con la pareja, que como una bebida de fiesta para tomar con los amigos. Para estas ocasiones se opta preferiblemente por la cerveza, bebidas más alcohólicas o combinados.
Los profesionales del vino somos unos pelmazos inaguantables. Parece que para beber vino hay que ser un experto. Cuando para disfrutar de un vino no es necesario que con un trago averigüemos la cosecha, madera de la barrica, si la uva se corto con tijera o corquete, el nombre del cura que bautizo al enólogo, ni que desglosemos todos los aromas y matices que el vino nos sugiere, basta con que nos guste, sin dejarse influenciar por opiniones ajenas.
Adicionalmente, algunos jóvenes renuncian al vino porque deciden no beber alcohol y beben simplemente agua o refrescos, y otros, en el extremo opuesto, prefieren bebidas más alcohólicas: gastando lo mismo se “colocan” o “cogen el punto” antes con ron o con ginebra, aunque sean de pésima calidad. Otros, no beben vino porque dicen que, como el tabaco, deja mal aliento y, finalmente, otros porque no hay costumbre de hacerlo, lo cual no deja de ser un circulo vicioso del que no es fácil salir.
Con este panorama, los esfuerzos e iniciativas, dirigidas al consumo responsable y moderado, se deben enfocar, bajo mi punto de vista, a que los jóvenes en lugar de chatear (del verbo inglés to chat: charlar) o mantener una conversación a través de la red, chateen sí, pero con el significado de charlar alrededor de un vaso de buen vino. Entre estas iniciativas podría citar: ligar ocio y diversión al vino (conciertos patrocinados, festivales, fiestas,…), museos y centros de interpretación orientados a un público joven (¡oportunidad con el Centro de la Cultura del Rioja en Logroño!, del que algún día hablaré), presentaciones de las botellas más atractivas, ampliar la cultura del vino desde el colegio, etc.,. En definitiva, se trata de socializar el vino, o lo que es lo mismo hacer que el consumo cabal de este alimento forme parte del ritual de las relaciones interpersonales, como lo ha sido siempre, pero cada vez, para desdicha de nuestro sector, lo es menos.
Publicado el 26 de junio de 2013