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Antonio Remesal

Hablando de vino

La filoxera del siglo XXI

Fuerte incremento de las enfermedades fúngicas. A falta de productos con garantías, se proponen prácticas culturales para limitar un problema cada vez más grave en los viñedos.

En estas mismas páginas, alertábamos de la perdida en el patrimonio vitícola que supone la disminución del viñedo viejo que, como consecuencia de los arranques cada vez más frecuentes, se está produciendo en la DOC Rioja. Atribuíamos esta situación a la falta de sostenibilidad económica de unas viñas con rendimientos muy reducidos, con uvas de gran calidad, pero que la industria no paga lo suficiente como para compensar su mantenimiento.

Las viñas viejas ven mermada su producción con el tiempo por la disminución de carga por cepa y también por la abundancia de marras, o cepas, que cuando mueren, no son sustituidas. La principal causa de mortalidad de las cepas es debida a las, denominadas genéricamente por los técnicos, enfermedades fúngicas de madera. Se agrupan en este término una serie de patologías producidas por hongos, que penetran en la planta y atacan a la madera produciendo trastornos en la circulación de la savia. Los síntomas comienzan en las hojas y pámpanos, provocan un decaimiento de las plantas afectadas, que terminan, en un periodo indeterminado, muriendo.

La infección se produce por esporas que se dispersan por el aire, y en menor medida por la tierra, procedentes de otras plantas huéspedes, que pueden ser o no de viña. El material vegetal infectado resulta ser otro medio de propagación de la enfermedad.

La semana pasada (Recientemente) se ha celebrado, en Logroño, promovido por ARPROVI (Agrupación Riojana Para el Progreso de la Viticultura) y por la Consejería de Agricultura de La Rioja, una jornada en la que se ha evaluado la incidencia de la enfermedad y se han expuesto algunos trabajos realizados en distintas comunidades autónomas, en la búsqueda de alguna solución para este mal, que asola a la viña, lo mismo a las plantas maduras como a las más jóvenes.

Se destacaba en este foro, el incremento de la incidencia de las enfermedades de madera en todo el mundo en los últimos años, la “Filoxera del siglo XXI”, apodo que evidencia la grave preocupación de los técnicos, que asisten a un incremento incesante de la afección, sin que de momento se haya encontrado ninguna solución definitiva para su control.

En los años 80 solo se conocían en España, con síntomas propios de las enfermedades fúngicas de madera, la yesca y la eutipiosis. Entonces se mantenían casi a raya, con un producto químico, el arsenito sódico, que luego demostrada su peligrosidad para la salud, fue prohibida su utilización como fitosanitario para el viñedo. Esto ocurría en España en 2003, aunque en otros países europeos ya había caído de las listas de productos autorizados más de diez años antes. Hoy en día, además de las enfermedades nombradas anteriormente, yesca y eutipiosis, se producen daños por al menos otras tres: la “enfermedad de Petri” y el “pie negro” que afectan fundamentalmente a plantas de vid jóvenes, y el llamado “brazo muerto” (BDA), que se manifiesta de forma parecida a la yesca y a la eutipiosis en cepas de diversas edades.

El incremento que se viene observando de las enfermedades de madera en España es achacable, aparte de a la retirada del arsenito sódico, a los siguientes factores:

– Incremento de los sistemas de conducción en espaldera, con geometría de los brazos y poda más proclive a la incidencia de estas patologías, si se compara con el sistema tradicional en vaso.
– Numerosas transformaciones de vaso a espaldera o reconversiones varietales. Grandes heridas por las que penetran los hongos.
– Incremento de las plantaciones (la mayoría además en espaldera).
– Mayor intensificación del cultivo de la vid.
– Podas más agresivas como consecuencia del incremento de tijeras neumáticas o eléctricas que facilitan el trabajo, pero hace que se realicen cortes que, con la herramienta de toda la vida, no se realizarían.

Diversos grupos de investigación en todo el mundo, entre ellos el “Workshop on Grapevine Trunk Diseases” en los que están integrados expertos de los países de mayor peso especifico en viñedo, como Francia, Italia, Estados Unidos, Australia, Chile, Nueva Zelanda,….y España, de donde es su presidente, Josep Armengol Forti, se reúnen periódicamente para compartir los avances en sus investigaciones. Se están llevando a cabo numerosos proyectos en los que se está abordando tanto la naturaleza de las enfermedades, como medidas para evitar su desarrollo y control. Hasta la fecha no se ha descubierto un método de control efectivo. Los fungicidas no han dado resultados que alberguen grandes esperanzas, por lo que la solución pasa por medidas preventivas que disminuyan el riesgo de contaminación a plantaciones sanas. Para información de los viticultores, citamos algunas de las recomendaciones en la lucha contra las enfermedades fúngicas dadas en la jornada celebrada en Logroño, mencionada anteriormente:

– Utilización de material vegetal de alta calidad sanitaria. Plantas de buen grosor, con sistema radicular uniforme, callo bien formado, sin roturas o heridas y con buena distribución de las raíces. Son estos, además de la garantía del viverista, elementos a los que es necesario prestar atención antes de adquirir la planta-injerto o el barbado.
– Plantación cuidadosa, evitando producir heridas que pueden servir de entrada de las esporas contaminantes.
– Mantener la plantación en buen estado nutricional, pero sin excesos de abonado, evitando en lo posible situaciones de estrés.
– Evitar la poda en días de lluvia, nieve o niebla.
– Durante la poda realizar el corte en bisel que minimiza la acumulación de agua en la herida, y dejar un espacio de al menos 2-3 cm hasta la yema.
– Reducir en lo posible los cortes de sarmiento gruesos y brazos.
– Proteger las heridas de poda con algún producto específico.
– Retirada de sarmientos de la parcela.
– Recogida y destrucción mediante la quema de todos los sarmientos, restos de poda y cepas de viñedos afectados.

Terminaremos diciendo que los recursos, tanto materiales como de personal investigador, se han reducido como consecuencia de la crisis, lo que contribuye a que el horizonte para el fin de esta compleja patología, que causa daños en la longevidad de las cepas y graves perdidas económicas en la viticultura mundial, se vea aún lejano.

Publicado en “La Rioja” en noviembre de 2013

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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