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Antonio Remesal

Hablando de vino

La I+D+i en el sector del vino

Diferentes programas de ayudas europeas con múltiples posibilidades de financiación de las inversiones.

La sentencia atribuida a Unamuno “que inventen ellos”, pronunciada, quizá con un sentido práctico, o puede que en la línea de otras suyas en las que ponía en duda el espíritu científico de los españoles, afortunadamente está desterrada del pensamiento de la mayoría. En España, donde hasta hace poco ha reinado el escepticismo en cuanto a la rentabilidad de los gastos en investigación, las cosas están cambiando. Pero no echemos las campanas al vuelo, lejos estamos de países como Alemania, Estados Unidos, Suecia o Japón, que conscientes hace muchos años de los dividendos que genera la investigación, doblan o incluso triplican nuestra inversión en conocimiento con relación al PIB. A veces con materia gris de procedencia nacional, jóvenes españoles muy preparados que buscan fuera lo que este país no puede ofrecerles: trabajo.

En el sector agrario español y concretamente en la viticultura y su industria auxiliar la del vino, la vocación innovadora no ha sido particularmente destacable, si bien, refiriéndonos a Rioja, la tecnología de bodega está a buen nivel. El motivo puede ser el que apuntaba el ya mencionado anteriormente escritor y filósofo bilbaíno,“ la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó” lo cual no deja de tener sentido, aún cuando como frase, no haga justicia a la ciencia como una actividad generadora de riqueza, que lo es; y porque además, no tiene en cuenta que los productos o técnicas innovativos son especialmente beneficiosos para el que los descubre. Nadie quiere una copia cuando puede tener el original, y “el que pega primero pega dos veces”.

La ciencia y la investigación permiten llevar a la práctica la innovación que no es otra cosa, refiriéndonos al sector vitivinícola, que ampliar el catálogo de productos (vinos y sus derivados), sus presentaciones, mejorar la calidad de los existentes, de los procesos y de su  conservación, reducir costes, aumentar la seguridad alimentaria, conseguir vinos más saludables, minimizar el impacto ambiental tanto en viña como en bodega y en definitiva generar empleo y riqueza. De esto parecen haberse dado cuenta las instituciones, y las bodegas, a la vista de los proyectos de I+D puestos en marcha este año en toda la Denominación.

La Unión Europea considera a la investigación y la innovación ejes fundamentales para el fomento de la actividad económica, en particular de las zonas rurales. Así dentro de su “programa de apoyo al sector vitivinícola” a desarrollar hasta 2018, de la nueva PAC (Política Agraria Comunitaria), buscando la adaptación a las demandas del mercado, aumentar la competitividad y el rendimiento global de las empresas del sector vitivinícola, se va a conceder apoyo financiero a las inversiones destinadas a mejorar las condiciones de producción, comercialización, el desarrollo de nuevos productos, procedimientos y tecnologías. Son objeto de subvención lo mismo las inversiones tangibles (destinadas a la adquisición y mejora de bienes inmuebles, equipos y maquinaria productiva, de control de calidad, relacionado con las tecnologías de la información y la comunicación, etc.), como las no tangibles (gastos para el desarrollo de nuevos productos, procesos, o redes de comercialización, auditorias tecnológicas, estudios de viabilidad, adquisición de patentes y licencias, etc.). Otra posible vía de financiación de la innovación es la que la que propicia la Unión Europea, a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) que dota para el periodo 2014-2020 a La Rioja y al resto de Comunidades que integran la DO de apoyo financiero para proyectos de muy diversa naturaleza. Entre las medidas se incluyen las que tienen como objetivo la modernización de las explotaciones agrarias. Aquellas empresas que presenten proyectos innovadores o que se ajusten en mayor medida a los objetivos de la Unión Europea serán los más favorecidas por las ayudas. Las dos líneas indicadas son muy propias para que los viticultores y cosecheros se apunten al carro de la innovación, quienes, hasta ahora, han podido creer que el asunto no iba con ellos.

Pensado para empresas con mayor experiencia en la presentación de proyectos de investigación o innovación está el programa marco Horizonte 2020,  orientado a la obtención de conocimiento y a la búsqueda de soluciones prácticas para la empresa. Los proyectos que en este programa se presentan son de desarrollo más complejo y precisan contar con al menos otros dos socios internacionales que confluyan en un objetivo de mejora común. Aquellos bien conformados, que cumplan los requisitos, obtendrán financiación comunitaria y sino en el peor de los casos, tendrán la posibilidad de mejorarlo y optar en próximas convocatorias, contando con ayudas incluso para los gastos de presentación.

Por otra parte, con fondos estructurales y de inversión europeos se financian inversiones dirigidos a la realización de proyectos de investigación y desarrollo (algunos a través del CDTI), en las que se incluyen tanto los equipamientos, materiales, costes de personal dedicado a la I+D como los posibles gastos indirectos que se generen. Otros programas contemplan la contratación de investigadores y técnicos para el desarrollo de tareas I+D, la seguridad industrial, el diseño de producto, la promoción de emprendedores o la puesta en marcha de empresas innovadoras.

Para aquellos que lo deseen, existen redes y plataformas que facilitan la comunicación y cooperación entre los diversos agentes del sector, sin olvidar los grupos de acción local, las agencias de desarrollo y  por supuesto la administración, que nos orientaran sobre la viabilidad de las inversiones, maneras de ponerlas en marcha y posible financiación de las mismas. Las subvenciones en algunos casos son acumulativas, de modo que se puede hacer un planteamiento conjunto de inversión con diversos proyectos que se enmarquen en diferentes programas, con la condición de que no puede subvencionarse dos veces el mismo gasto y que el importe de la ayuda nunca sea superior al coste del mismo.

Los proyectos son valorados tanto en función de las características del solicitante (tamaño de la empresa, generación de empleo, o joven agricultor/a, etc.), como de la idea en sí. Las ayudas están abiertas, unas u otras, a todas las empresas, productoras ya sea de uva o vino y también a las comercializadoras, y pueden ejecutarse en un año o en varios con los limites de cada programa. La financiación varía, llegando en algunos casos a porcentajes sustanciales de la inversión total necesaria.

Aquellas empresas que entran en el circuito de participación en programas de I+D+i raramente abandonan esta senda, que a corto-medio plazo lleva a la mejora de la competitividad y proporciona para la empresa y sus integrantes perspectivas hasta entonces inimaginables. A favor, además, ahora mismo, las múltiples posibilidades de financiación de la innovación, bien sea con fondos comunitarios, nacionales o autonómicos. El dinero está ahí para cogerlo, lo único necesario es tener una idea clara, presentar un proyecto viable y en conformidad con los requisitos que cada convocatoria de ayudas exige, ponerlo en marcha y justificarlo debidamente. Los resultados siempre llegan, la investigación acaba dando sus frutos.

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Sobre el autor

Ingeniero Agrónomo y enólogo. He trabajado en la empresa privada en ámbitos muy variados de la ingeniería. Actualmente en la Administración, en el sector del vino, con el que me siento absolutamente comprometido. Escribo sobre viticultura y enología y, de paso, sobre lo que tercia…Autor del libro “Talking about wine: Rioja”, primer libro monográfico sobre Rioja escrito en inglés.


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