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@TabernaMou

La Taberna de Mou

Gradas vacías, audímetros llenos

La Selección es como una ONG para refugiados que buscan consuelo, comprensión o simplemente necesitan de un par de días para aparcar las miserias del día a día de sus clubes. Sus efectos balsámicos son tan potentes que se da la paradoja de que tipos que el domingo, en el mismo campo, casi salen a bofetadas durante el derby, se vuelvan a encontrar sin el menor roce o problema de convivencia, salvo que seas una causa perdida, que directamente te envían al rincón de pensar hasta que cambies de actitud. Para que luego digan que el Marqués no tiene personalidad. Lo malo es que los jefes del jefe de la Roja raramente están a la altura de las circunstancias y eso que, al menos en esta ocasión, han intentado hacer un buen trabajo.


Por una vez que la Federación organiza un amistoso de categoría, con un rival fuerte y atractivo como Italia, con mucha historia de enfrentamientos duros y a veces dolorosos, al final mete la pata hasta el corvejón. Por fin un partido de enjundia, nada que ver con los bolos recaudatorios previos que nos deparó duelos exóticos y viajeros ante primeras potencias futboleras -dicho sea con el mayor de los respetos, oiga, que esta Taberna es algo gamberra, pero nada faltona- como Guinea Ecuatorial, Haití, Panamá o Tahití, y el público prefiere quedarse en casa. Apenaba ver tanta hueco en las gradas del Vicente Calderón en un día, además, especial por el homenaje a Luis Aragonés, para desmemoriados, el hombre que colocó la primera piedra de la España que deslumbra, brilla y despierta admiración en todo el planeta. Cuando vendes tu alma al diablo, no olvides que al final siempre tienes que pagar la factura.

Hace ya mucho tiempo que el fútbol se prostituyó a las televisiones, aprovechando la época en la que éramos ricos y vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Tanta pasta en juego, tanta barra libre en plena burbuja que la tentación era irresistible. Sin embargo, el escenario ha cambiado. Y mucho. Las teles están tan asfixiadas como cualquier ciudadano corriente, por lo que intentan rentabilizar al máximo su inversión. Esto es un negocio con fríos números. Si pago tanto por los derechos de la selección, tanto necesito vender en publicidad para ganar dinero. Los anunciantes apuestan por el Prime Time, la hora golosa en la que más espectadores se concentran para ver televisión, por lo que si tengo que programar el partido a las diez de la noche, lo hago siguiendo el primer y casi único mandamiento de los negocios: quien paga, manda.

Telecinco rompió el audímetro con la selección este miércoles logrando casi 7 millones de audiencia, con un espectacular 34,4% de share ¿Creen ustedes que los directivos de la cadena amiga están preocupados porque fuesen cuatro gatos al Calderón? La respuesta es NO. Como tampoco parecen estar muy inquietos los dirigentes federativos, que el día que tengan que presentar el balance anual podrán presumir de una economía saneada gracias, fundamentalmente, a la Selección Española, el presunto equipo de todos, una máquina con la que hacer dinero y generar negocio, aunque para ello tenga que sacrificar al aficionado, que no podrá ir con sus hijos al estadio porque no es de recibo jugar un miércoles a las diez de la noche, por no hablar de cambiar el negro por el rojo para vender más camisetas. Gradas vacías, audímetros llenos. El signo de los nuevos tiempos.

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