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@TabernaMou

La Taberna de Mou

Corramos un tupido velo…

El Código Penal debería contemplar prohibir a los equipos grandes, bajo rigurosa pena de expulsión, quejarse de la labor arbitral. Tal cual. Suena tan dañino a los oídos y la vista como la queja de un rico propietario por falta de liquidez. Esta prohibición se debería de aplicar también a los voceros, palmeros y comandos de choque periodísticos (o de propaganda, para ser más precisos) que opinan en columnas de papel o vociferan en los pseudo programas deportivos que colonizan las parrillas de televisión. Es hasta indecente que un columnista de Barcelona se queje del rescatador Mateu Lahoz después del espectáculo vivido en el Camp Nou. Pero así está el patio.

Ya se ha escrito por estos lares que el bochorno arbitral es una mala realidad consentida por los propios clubes para ser utilizada a conveniencia y sin el menor pudor para justificar sus meteduras de pata. Es tan cínico e hipócrita el mensaje que extraña por su vulgaridad. Sin embargo, es efectivo. Y rentable. No solo los clubes son culpables de esta anomalía. Los mismos aficionados tienen su cuota de responsabilidad en este engendro cuando protestan airadamente cuando el enemigo deportivo se ve beneficiado por un árbitro despistado y, por el contrario, callan, miran hacia otro lado o, directamente, aplauden con pícara sonrisa la pifia del colegiado cuando les beneficia. El fútbol es un juego para listos, dicen.

Los únicos que tendrían motivos de queja son los equipos más modestos, casi siempre masacrados por los errores de la pata más coja de este negocio llamado fútbol. Poco recorrido tienen sus lamentos ya que carecen del aparato mediático de los grandes para amplificar el mensaje. La Ley de la Selva en la que el grande se come al pequeño con todo tipo de artes, buenas y malas. Mejor, por tanto, correr un tupido velo y esconder así las vergüenzas de la Liga de las Estrellas.

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