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Loco por incordiar

Una calle para Perico

 

Ha llegado el momento. El Ayuntamiento de Logroño ha acordado cambiar el nombre de 17 calles de la ciudad. Quiero aprovechar la circunstancia para pedir que se remedie un olvido, una palmaria ingratitud.

Quizá no conozcan ustedes aún la formidable biografía de Pedro Patricio Escobal López, nacido en Logroño en 1903 y muerto en Nueva York en 2002. En su extraordinaria vida, a Perico Escobal le dio tiempo para ser ingeniero industrial, defensa central titular del Real Madrid durante casi diez años, finalista de la Copa del Rey y primer deportista olímpico riojano (en París 1924). Además, estrenó el antiguo campo municipal de Las Gaunas junto a su cuñado, el oftalmólogo Ramón Castroviejo.

Escobal estaba afiliado a Izquierda Republicana, el partido de Azaña. Había intentado montar el primer sindicato de futbolistas, hasta entonces un gremio mal pagado. Lo metieron en la cárcel en los primeros días del Alzamiento. Jamás pegó un tiro (si acaso un puñetazo), pero conoció todas las prisiones de Logroño y estuvo tres veces a punto de morir fusilado. En la celda cogió una terrible infección vertebral, padeció dolores inauditos y lo recluyeron en un pueblecito vizcaíno. Gracias a la intervención de su cuñado, le dejaron marchar medio muerto al exilio. Se instaló en Nueva York.

Ni la penuria económica ni los problemas con el inglés le arredraron. Empezó arreglándoles las lavadoras a sus vecinos y acabó trabajando como ingeniero para el Ayuntamiento neoyorquino. Proyectó incluso la iluminación de una parte del barrio de Queens. De paso, como para quitarse un peso de encima, escribió uno de los mejores libros sobre la Guerra Civil: Las sacas. Por si fuera poco, su hijo, también ingeniero, participó en la misión del Apolo XI, la que puso al hombre en la luna.

Por Perico, que probablemente solo aspiraba a vivir una vida tranquila, pasó como una apisonadora todo el siglo XX. ¿Acaso no merece este hombre una calle en su ciudad?

 

(*). En las fotografías, los dos extremos de la vida de Escobal. Un cromo de cuando jugaba en el Real Madrid (año 23) y, ya nonagenario, en su casa de Nueva York.

 

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