El asunto éste del chalé plantea un asunto interesante: la relación entre tus ideas políticas y los metros cuadrados que se le suponen a tu vivienda. Igual que se te suponen las ideas, claro. Un conversor de ideas en metros. Rige, actualmente, una bolsa de valores para esto. Un mercado. He dicho ideas políticas, pero podríamos peritar otro tipo de ideas, de igual o más complicado asiento. Y es que las ideas es fácil tenerlas; pero luego muy difícil cubicarlas. No digamos habitarlas. Habitar una idea, la república de tu idea –como diría el poeta sueco-, es un embrollo. Y no hay día en que no te tropieces con los muebles o te quedes sin presión de agua. Con las ideas pasa también que no sabes nunca si es mejor comprar o alquilar. Y por las mismas, estás una noche sentado en el salón de tu idea, viendo la televisión, empiezas a no sentirte cómodo y decides vender. O irte a vivir a una idea más pequeña. Como un personaje de Tono. O peor: meterte en reformas. Repintar, por ejemplo, la idea. No me extraña que exista un portal inmobiliario que se llame idealista. Porque es en esto de las ideas donde hay quien vive por encima de sus posibilidades. También está la idea que los demás se hacen de la casa en que tú debieras vivir; o sea, de -así, a ojímetro, por la pinta- en cuántos metros de casa te cabe el tipo de ideas que manejas. Que vendes. No sé por qué me viene a la cabeza (tan complicada de amueblar, por cierto) una anécdota sobre el número de habitaciones de que disponen las ideologías: cuando Billy Wilder fue a presentar a la Unión Soviética El apartamento, las autoridades le manifestaron su satisfacción porque la situación que presentaba su argumento era una humillación propia del capitalismo y nunca se podría producir en su país, dada la relación justa entre obrero y patrón lograda por el comunismo; a lo que Wilder respondió que efectivamente lo veía materialmente imposible; pero porque un apartamento como el de su película, en la Unión Soviética estaría ocupado por tres o cuatro familias. Entonces, la cuestión es: ¿tiene el pensamiento un valor catastral? Y a partir de aquí, todo son preguntas en cascada: ¿deben traducirse las ideas políticas en un número predeterminado de metros cuadrados habitables? Ser, o declararse, o considerarse de izquierdas, por ejemplo, ¿presupone no poder habitar una casa de, pongamos, más de… 50 metros cuadrados? ¿Quién establece la equivalencia entre ambas áreas? ¿Cuánto mide una idea? ¿Y el precio del metro cuadrado de idea? Pasándote de esos 50 metros, que igual hasta deben ser menos de 50, que yo no sé calcular estas cosas, ¿estás invadiendo el ideario o incluso la finca del vecino (que tendrá unas ideas distintas a las tuyas)? ¿Se puede seguir siendo, o soñándose de izquierdas en un piso algo más grande? ¿Cuánto más grande? Y si no eres muy muy de izquierdas; si no eres un radical de izquierdas, ¿podrías optar, sin vulnerar la ley de propiedad horizontal, ¡perdón, de propiedad intelectual!, a un trastero? Y si tú eres de izquierdas en un nivel medio, pasable, pero tenías un pariente, se me ocurre, de derechas, ¿puedes aceptar la herencia que te ha dejado de un piso con 120 de los antiguos metros cuadros; o la casa de los abuelos en el pueblo, que tenía hasta galería y cuadras? No sé, estoy pensando en alto, ¿eh? Un socialista auténtico ¿sería lógico que tuviera plaza de garaje? ¿Y uno o dos baños en casa? ¿Y un anticapitalista, armario empotrado? ¿Y un comunista, tiestos? ¿Es de recibo que tenga las mismas dimensiones el pasillo de un social demócrata que el de un demócrata cristiano? ¿Es propio de un anarquista montar una cocina office? ¿Son los duplex patrimonio de los ultraliberales? ¿Con cuánto espacio vital se apaña un nacionalista? ¿Si eres de una marea puedes disfrutar de ascensor? ¿Si eres de un par de mareas o de tres tendrías derecho a asomarte a un patio de luces? ¿Qué tienes que tener en la cabeza para poder tocar fondo, de inversión digo? ¿Podría un dirigente de izquierdas –esto es ya es la pregunta del millón- ser siquiera entrevistado por Bertín Osborne en uno de los casoplones en que entrevista; o como mucho en el plató de una televisión local? Bertín Osborne. Ancho lo que se dice sentirse ancho, en España; lo que es cogerle la medida al habitat y al discurso sólo Bertín Osborne, en mi casa o en la tuya. Qué envidia. ¿Ocupan, en fin, las ideas de izquierda menos espacio que las de derechas? ¿Cabría todo en una maleta? ¿Se puede cambiar más fácilmente de ideas que de casa? ¿Podemos, Pablo? ¿Podemos, Irene?