Hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura. Recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma. (Juan XXIII)
Esta máxima, bien podría aplicarse a la música.
La música, como alimento del alma
¿Que es la música para mi?. Todo. La música es todo. Me hace recordar. Me hace olvidar. Me hace sentir bien. Me hace sonreír. Llorar. Gritar. Hace que me sienta vivo.
Una amiga que sufrió una dramática experiencia con la muerte de su madre, me dijo en cierta ocasión, que ella, la vida la veía en colores, y que en ese momento, solo veía el color gris.
Yo la vida no la veo en colores. La veo y la vivo en canciones, pero procurando que esas canciones sean de color azul. Porque el color azul representa la serenidad. Hace que nos sintamos relajados, nos ayuda a relajar la mente y a tener claridad de ideas.
No soy de los que escuchan baladas en un mal día para sentirme aún más deprimido. Cuanto peor estoy, más azul ha de ser la música que escuche.
Enciende ese botón, que oculto en mi mente, activado por un misterioso resorte, por una chispa, hace que mi cerebro olvide todo lo que nubla mi espíritu. La música y yo, y entonces soy incapaz de pensar en nada más. Todo lo negativo, se desvanece. Cierto que cuando el botón mágico del olvido se desconecta y la música cesa, los problemas siguen ahí, igual que lo estaban antes de pulsar el play del reproductor personal o el CD del coche. Pero si te fijas bien y sabes mirar, esos problemas ya no tienen ese jodido color gris que tanto nos desagrada. Esos problemas, al menos los míos, se tornan ligeramente azules, y me permiten seguir viendo la vida con una sonrisa, y de paso darle una patada en el culo a todo lo que trata de nublarme la vista.
Salva Guillén Etayo
La música es el arte más directo, entra por el oído y llega hasta el corazón.
Magdalena Martínez – Flautista española