Esta mediodía han aparecido algunas imágenes del Getafe Electric Festival en varios informativos de la caja tonta, con METALLICA a la cabeza – en pleno éxtasis del Creeping Death – celebrado durante este fin de semana en la ciudad que le da nombre. Quiera o no, esas imágenes me han hecho reflexionar por un instante sobre lo mucho que ha cambiado el mundo del Heavy estos últimos años, sobre todo lo mucho que se han transformado los citados aquí arriba. No sé vosotros, pero yo me quedo con su etapa pre-Load y todo lo que ocurrió en la escena en aquellos primeros años.
Curiosamente y por caprichos que tiene esta puñetera vida, descubrí a estos fenómenos con su tercer disco, Master Of Puppets, a principios de 1988, justo dos años después de editar éste. Unos meses más tarde y gracias al contrabando de cintas TDK y BASF con carátula fotocopiada que circulaban nerviosamente por el aula de Maristas – ¡que tiempos! – , cayó en mi poder su segundo álbum Ride The Lightning, editado en 1984. Aquella grabación me caló hasta el alma – mi disco favorito de esta gente – hasta el punto de influirme notablemente a la hora de iniciarme con mi recién adquirido instrumento; una batería marca NISU color negro con un sonido que tiraba pa´ atrás.
Pues bien, este pequeño instante de nostálgico recuerdo me ha confirmado una cosa. Sigo estando enamorado del Heavy Metal del pasado siglo más genuíno y que si bien no reniego de lo que se hace actualmente dentro de nuestra querida escena – ¡ojo!, que hay cosas muy chulas – , sí que me cuesta asimilar cada día más la evolución que han sufrido ciertas bandas, en especial la que aquí nos ocupa, así como la estética, que tampoco es la misma. ¿Me estaré conviertiendo en un purista o en pureta?…
En fin, yo a lo mío. Mañana os hablo de unos jebis – con jota – de Logroño, llamados Reaper Of Souls.