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Fran Gonzalo

METAL PESADO

ACCEPT – Restless & Wild (1982)

Cuando uno tiene cierta edad y lleva unos cuantos años de paseo por la vida,  es grato volver la vista hacia atrás para rememorar esos tiempos pasados, que no se si serán mejores o peores. De lo que estoy seguro, es de que serán irrepetibles e inolvidables.

Desde que un servidor colabora en este blog gracias al inestimable apoyo de Fran Gonzalo, he ido desgranado trocitos de mi historia, que a muchos les han hecho sonreír y algún sentimental como mi ex – compañero Pegaso, a punto ha estado de derramar alguna lagrimilla.

En uno de los artículos que publiqué, “Nuestra movida del 86”, hablaba de las canciones que nos acompañaron en nuestra adolescencia y  ha modo de banda sonora cimentaron no solo nuestra amistad, sino nuestra pasión por mejor música que pueda haber. El Heavy. Ya sea Heavy Metal, Heavy Rock, Hard, Thrash, Speed, Death, Glam, A.O.R, Black……… Música con mayúsculas, por que de todas ellas hemos bebido en algún momento, tratando de saciar nuestra inagotable sed de  decibelios.

Esa banda sonora no solo esta compuesta de canciones sueltas. Nuestra pasión por la música no nos permitía quedarnos con solo un puñado de temas por muy grandes que estos fuesen. Esas canciones formaban parte de unos discos. Nuestras Biblias particulares, a las que profesábamos una devoción que rayaba en lo enfermizo muchas veces.

Todos tenemos discos que por una u otra razón son importantes para nosotros. Bien porque con ellos rememoramos una época, generalmente la adolescencia, que significó el descubrimiento de muchísimas cosas y nos dio la patada definitiva hacia el mundo de los adultos, o por que fueron esos discos los que nos mostraron la música con  mayúsculas y son parte inherente de nuestra vida.

Esos discos con los que crecimos, que nos recuerdan a amigos que se han quedado por el camino, tardes en las salas de billares, logotipos de nuestros grupos favoritos garabateados en los libros de texto……

Discos con los que en mi caso, aprendí a tocar pasando largas horas sentado tras la batería sorda tratando de emular a mis héroes. Discos que compartías con los amigos para después, desmenuzar minuciosamente cada detalle, coros, punteos, frases de bajo. O tratar de buscar la firma de Derek Riggs, autor de las portadas de Iron Maiden, que se escondía en los lugares más recónditos de sus abigarrados dibujos.

Esos discos de los que no nos desprenderíamos por nada del mundo, son nuestros DISCOS TOTALES

 ACCEPT – RESTLESS & WILD

Salva Guillén Etayo

Año 1983. La sequía radiofónica y televisiva era casi total con respecto al rock (el termino heavy estaba en pañales por estos lares). No seria hasta un par de años después que programas de televisión como Tocata emitiesen actuaciones de grupos de música rock, que nos confinaban en casa los sábados por la tarde a costa de tener que soportar toda la morralla que emitían con anterioridad porque nuestros grupos favoritos eran los últimos en aparecer. Como adolescente que era, necesitaba algo más fuerte que los discos que habitualmente escuchaba. Las estridencias del Made in Japan de Purple, aunque me hacían vibrar no eran suficientes para calmar a mis más que aceleradas hormonas. Así que escuchar lo que escuché en los 40 principales ese día parecía la respuesta a todos mis anhelos sónicos. Yo apenas oía la radio,  pero siempre tenia una cinta preparada en la pletina por si acaso habia algo decente que llevarse a los oídos, así que ese día la pongo para ver si suena algo en condiciones, y de repente oigo a la locutora decir “y ahora un poco de autentico heavy metal”, esas palabras me hicieron saltar de la cama hacia la pletina. Así que pulso el rec y cual no es mi sorpresa cuando oigo el famoso ¨aidi aido aha¨ con que empieza “Fast as a Shark”. Después de dedicarle algún exabrupto a la locutora, del tipo, “será puta la tía esta”, pulsé el stop pensando, la imbecil se ha quedado conmigo. No me dio tiempo ni de volverme a sentar, cuando el sobrenatural rugido de Udo da paso a ese inolvidable y legendario riff, antes de escuchar, ¿que era eso? una batería a doscientos por hora, salté hacia la pletina y volví a pulsar el rec para grabar la canción y escuchar alucinado lo que estaba oyendo. Eso era lo que estaba buscando, guitarras a toda tralla, una batería que te golpeaba sin concesión y una voz que parecía venir de las entrañas de la tierra. Cuando se acabó la canción la locutora dijo que el grupo se llamaba Accept y la canción “Rápido como el tiburón”. En aquellos tiempos se traducía todo, hasta en los propios discos venían los títulos traducidos de la canciones debajo de su correspondiente titulo en ingles. El caso es que los días sucesivos no paré de escuchar ese fragmento grabado de la radio hasta que tuve el dinero necesario para comprarme el disco. Ese día fue el 7 de noviembre de 1983. Mi manía por apuntar todo por lo menos me sirve de algo. Mi ingles de por aquel entonces no era de Cambridge, pero si lo suficientemente bueno para saber que tiburón en ingles era Shark. Así que con esa premisa, me dirigí a Discoclub y mirando con ojo experto las carpetas que se hallaban en la sección marcada con una “A”, lo encontré. Bueno o eso supuse. En la portada podía leerse Accept “Restless and Wild” y aparecía un enano rubio con cara de pocos amigos estrangulando al bajista de su banda. Más heavy, imposible. Una vez dada la vuelta al disco, se confirmó mi sospecha. Cara A, canción numero uno, “Fast as a Shark”. Después de soltar las setecientas cincuenta pesetas que costaba, unos cuatro euros y medio para que me entiendan los más jóvenes, lo cual era una pasta, teniendo en cuenta que el  salario mínimo interprofesional en España en ese año era de 32.160 pesetas al mes, es decir, unos 200 euros.

Cuando llegué a casa, lo escuché de cabo a rabo no sin cierta decepción pues esperaba más temas como “Fast as a Shark”, velocidad, tralla a tope, pero el resto de los temas era menos veloces. Pero a la siguiente escucha ya quedó claro que no solo la velocidad significa heavy. Temas potentes como Restless & Wild, Shake Your Head, Neon Nights y el resto de temas que componen el disco no tienen desperdicio. Un disco que me mostró el heavy metal con mayúsculas y que se convirtió en uno de mis preferidos hasta que, una tarde cualquiera de verano, esta vez del 84 y sin otra cosa mejor que hacer que pasear sin rumbo bajo la canícula, entre en la tienda de discos, por el mero hecho de pasar el rato. Aunque esta vez, por si acaso llevaba la cartera llena. Nunca se sabe.

Ojeando disco tras disco, una portada en blanco y negro llamó mi atención, básicamente por que en ella no aparecía el nombre del grupo, ni título ni nada. Así que cogí la carpeta y le di la vuelta para buscar más información y lo veo, Accept, “Balls to the Wall”. Hacia unos meses que me había hecho con su anterior disco y aún lo estaba flipando y me encuentro con este otro. No me lo pensé dos veces.
Salí de la tienda y con paso apremiante, me dirigí a casa.

Desde el primer tema ya se aprecia un notable cambio. Para empezar el sonido era inmensamente superior a su antecesor. Grabado en los estudios en los que lo hacían habitualmente Scorpions, propiedad de Dieter Dierks, la producción corrió a cargo del propio grupo, pero se nota que la compañía había apostado fuerte por ellos. Por otro lado, las canciones sonaban mucho más fáciles, más comerciales sin por ello perder un ápice de la agresividad y potencia de su anterior trabajo. Desde el inicio, con el tema que da título al álbum hasta la balada “Winterdreams” con la que se cierra, el disco no tiene fisuras. Es un disco redondo lo mires por donde lo mires, y me marcó aún más que su anterior trabajo. Me saque  la batería de todos los temas y no me cansé de escucharlo. Este disco les catapultó a la fama, pero sus siguientes obras no estuvieron a la altura. Aún asi estuvieron en la palestra unos cuantos años más, pero nunca alcanzaron el nivel de estos dos trabajos.

Salva Guillén Etayo para Metal Pesado

Desde 2008, bitácora musical dedicada al Heavy Metal. Antes de dar la vuelta a la Musicassette, deje pasar la cinta hasta el final.

Sobre el autor

Batería en SILENCIADOS, a ratos documentalista y blogger. Desde 1989 ha puesto sus baquetas al servicio de bandas como Nilo, Barra Libre, Falsa Identidad, Aposento, Silencio Absoluto, Zenobia, Innervoice y Tierra Santa, entre otros. Colaborador en los medios especializados Rock Hard, Metals y RafaBasa, ha dirigido también los espacios radiofónicos ‘Metalmorfosis’ en Onda Fuenmayor y ‘Alto Voltaje’ en Punto Radio La Rioja. Además, Fran es autor de los libros ‘Y estalló el Rock. Historia del Heavy Metal en La Rioja’ y Tierra Santa ‘Viviendo un sueño’ (Ediciones 4 de Agosto).


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