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Javier Campos

NANAY DE LOGROÑO

Muerto el perro… ¿se acabó la rabia?

Durante mis años de Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga pude escuchar en reiteradas ocasiones que noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro… o que lo dispare, diría hoy, después de más de una década de todo aquello.

La muerte a tiros de un perro en Valdegastea de la que puntualmente ha informado Diario LA RIOJA ha provocado un aluvión de comentarios, a favor y en contra, creando una auténtica marejada de opiniones, contradictorias y malintencionadas la gran mayoría, que debieran invitar al debate sobre lo absurdo y sus peligrosas consecuencias…

Así, hay quien aplaude al autor del disparo imaginándose ellos mismos en el papel de Harry ‘el sucio’ para poner orden en el universo canino, incluso quien hace la ola al ‘superabuelo’ achacando al propietario del peligroso can la categoría de macarra con actitud chulesca y, por tanto, tenérselo bien merecido…


Tampoco faltan quienes aluden única y exclusivamente a la etnia gitana del primero para condenarle por, escopeta en mano, apretar el gatillo tomándose la justicia por su mano… Como también los hay que se cuestionan por qué en lugar de apuntar al perro no apuntó al dueño que, a fin y al cabo, era quien había sido denunciado reiteradamente por llevarle sin correa ni bozal…

Sin embargo, unos y otros olvidan que aquí de lo que se trata es de que un tipo al que le molestaba que otro pasease con su perro, fuese él con su nieto o no, subiese a su casa y, sin mediar palabra, bajase una escopeta de caza para… pum, pum o, si lo prefieren, bang, bang… y ¿solucionar? el problema.


Vamos, un problema de convivencia más frecuente de lo que pensamos bajo el que subyace el progresivo deterioro de la sociedad en la que nos ha tocado vivir… Hoy, 4 de octubre de 2010, nadie conoce a nadie… ni se entiende de vecindades.

¿Cómo si no puede explicarse que haya tantos y tantos mensajes haciendo un llamamiento para que cunda cierto efecto imitador?

¿Se imaginan si hiciésemos caso al que apuesta por hacer lo mismo con quienes se van de botellón?

¿O que a la primera mierda de perro que pisásemos echásemos mano del revólver para, como si del Far West se tratase, liarnos a tiros con el chucho o, como algunos sugieren, con su dueño?

Extendiendo los ejemplos y el disparate imperante, ¿por qué no tirar de cartuchera cada vez que un ciclista circule por la acera pasando a toda velocidad junto a nosotros?


Recién presentada la ordenanza cívica de Logroño, hechos como el acontecido en la confluencia de las calles Irlanda y Fuenmayor deben servir para determinar si realmente hace falta norma alguna o… morir y nacer de nuevo.

El hombre es un lobo para el hombre y el perro, aunque se diga lo contrario, es capaz de comer perro… Amén de que haya perros que, con el tiempo, se parezcan a sus dueños.

Las reacciones a la noticia de Mia, a tal nombre respondía la perra preñada antes de recibir un tiro a bocajarro, me hacen pensar muy seriamente que es la propia sociedad, más autodestructiva que nunca y con menos valores que siempre, la que parece abogar abiertamente por la ley del talión…

Ya saben, aquella del ojo por ojo… ¿El único problema que, de momento, veo? Que a este paso, y si no lo remediamos entre todos, el mundo acabará ciego.

Cocinero antes que fraile, Javier Campos (L'Hospitalet de Llobregat, 1978) dio rienda suelta a la creación de sopas de letras en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León antes de llegar a Diario LA RIOJA. Casado con una asturiana, este catalán de nacimiento aunque extremeño de adopción continúa imaginando pasatiempos para los logroñeses y logroñesas mientras, recién estrenada su paternidad, empuja un cochecito de bebé por las calles de la capital riojana.

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