Este diario informaba de ello hace unos días: entre un supermercado de Logroño y otro hay diferencias sustanciales, que pueden llegar ha suponer hasta 753 euros al año. El estudio es de la OCU, que establecía un ranking de supermercados liderado por el Alcampo del Centro Comercial Parque Rioja.
Pero dicho lo cual, y una vez escogido un establecimiento, lo que hagamos dentro de él y cómo lo hagamos puede suponer diferencias aún mayores. ¿Quiere ahorrar en el supermercado? Pues lea.
Una gran parte del gasto «innecesario» en las grandes tiendas de alimentación es compra por impulso: artículos que no contábamos con comprar antes. Cuanto más tiempo pase en la tienda, más de esos caerán. El consejo: vaya a la compra cuando no tenga demasiado tiempo. Ahorrará.
Esto va contra la sacrosanta tradición de la siesta, pero su bolsillo se lo agradecerá. Relacionado con lo anterior, comprar con el estómago lleno le evitará compras compulsivas… y esos antojos que los híper colocan tan cerca de la caja. Que por algo lo hacen.
Si no prevé una compra de gran tonelaje, no utilice el carro. Igual que cuando usamos un plato pequeño tendemos a comer menos, usar un carro nos impele subconscientemente a llenarlo. Si prevé que le valga con una cesta, úsela.
Es un tópico decir que al supermercado hay que ir con la lista de la compra hecha. Y es cierto. El problema no es la lista, sino nuestra determinación de seguirla. Hacer la lista con antelación y menús no sirve de nada si luego se pica. Y los supermercados son máquinas de intentar que piquemos. Así que vaya con la lista… y no se fíe de sí mismo.
A los niños hay que enseñarles a comprar, y visitar el supermercado con ellos es parte de la educación de los infantes. Pero para ahorrar en la compra diaria, vaya sin ellos. Los ni- ños son presa fácil de productos tentadores, con los que usted no contaba, y caros.
Cada supermercado es un mundo, y los tópicos no se cumplen siempre. Pero la teoría dice que los supermercados tienden a situar a la altura de los ojos los productos que más le interesa que compremos. Lo cual no suele coincidir con el más barato ni el que más relación calidad/precio ofrece. O quizá sí, pero por si acaso, mire arriba y abajo, y compare. La elección siempre será suya.
La comida-comida (producto natural, no procesado) suele traer cuenta. Es más sano y, en general, más barato a la larga, aunque tenga otros problemas como la menor fecha de caducidad. Y no se deje llevar por el envoltorio: compare precios por kilo.