La UD Logroñés ha concluido la temporada. Ha perdido en Torrent 2-1. Ha perdido después de un partido diferente. Huracán ha necesitado dos penaltis para ganar a la UD Logroñés pitados por al titular y un asistente elevado al rango de titular, amén de que la actuación del último también acoge dos expulsiones. Los últimos veinte minutos son para olvidar. El partido en sí es para olvidar, pero para recordar porque si bien la UD Logroñés ha perdido ha generado un sentimiento nuevo: la pasión.
#roboalLogroñes. Es el hastag que manda en twitter. Los blanquirrojos se han adelantado en el marcador gracias a un gol de Camochu, titular, en los primeros minutos del segundo periodo. Ha sido superior, incluso cuando Miguel Martínez paró la primera pena máxima, a disparo de Loro. Todo se torció cuando se lesionó el colegiado. Y no hay cuarto árbitro. Será por ahorrar costes. El asistente principal no pudo resistir el ascenso. Nuevo penalti y dos expulsiones. Casi nada para lo que se juegan en este encuentro. Marcó Rubio y el partido entró en una nueva dimensión. Llegar vivo a la prorróga era el objetivo de una UDL orgullosa. Llegar para morir. Primer minuto y segundo gol local. Un error. Gol de Javi Navarro. No se entregó el equipo riojano, pero había que apelar a algo más que la entrega. Al menos, una pizca de suerte. Nada.
Dos partidos. Tres penaltis a favor para Huracán. Casi nada. Y dos expulsados. A eso se le llama tender puentes de plata hacia la gloria. Por no hablar del comportamiento del propio club, que no ha sabido corresponder a su anfitrión de siete días antes. Se fueron encantados de Logroño los directivos valencianos; no se puede decir lo mismo de sus colegas blanquirrojos. Desencantados y enfadados. Ahora bien, este fútbol no le importa salvo al que lo siente. La Federación tiene otra fiesta en Barcelona. Buena comida, palco y cena. Como para bajar al barro