Joseba Rodríguez, médico de la UD Logroñés, deja pasó a Vicente Elías al frente de los servicios médicos (si se puede llamar así) de la UDL. El cambio era un rumor que estaba en la calle desde hace mucho tiempo. Más que el cambio, la salida del doctor Rodríguez de la UDL. Discrepancias internas que la entidad ha zanjado con la llamada al doctor Elías, de sobra conocido en el mundo del deporte, que estará con la entidad en los partidos que se jueguen en Las Gaunas. Es decir, debutará el próximo domingo frente al Zamora.
Esta alteración, sin embargo, no deja de ser un parche. Un club, que además cuenta con dos equipos en categorías inferiores, necesita algo más que un médico de fin de semanam de un domingo cada quince días. Es algo normal. Y eso, sus regentes deberían saberlo. Así es, salvo que la UD Logroñés tenga una mutua médica que funcione a las mil maravillas y dé cobertura diaria a los jugadores, porque todos los días, prácticamente, hay alguna cosilla que demanda la intervención del médico.
Si el club reduce sus servicios médicos por una cuestión económica, es un error; si lo hace con el fin de mejorar, perfecto, pero no da esa sensación a tenor de la dedicación del nuevo médico. No por su valía, que quedado demostrada durante muchos años, sino por el poco tiempo por el que se le contrata, aunque conociendo al doctor Elías no va a ser un médico de domingo, sino de diario. Al tiempo.
Al menos, este capítulo se cierra con la recuperación de Pedro Barrancos. Algo que ha alegrado al doctor Rodríguez, que siempre defendió el proceder médico en este asunto. Porque una cosa es lo que se entiende por urgencia en el mundo del deporte y otra en el mundo de los mortales. Él siempre indicó que no era una intervención urgente para la sanidad.
Al margen de opiniones, y desde el punto de vista de un simple ciudadano y cotizante a la Seguridad Social, la sensación que deja este asunto es lamentable. Si existe un método definido para este tipo de intervenciones en el corazón no se entiende que se juegue con otro método, estéril a tener de lo visto, con una chaval de 22 años. Con nadie. Ha acudido dos veces al quirófano para nada, sabiendo prácticamente que sería un milagro que la operación fuera un éxito. Mira por donde, cuando ha ido a una mesa de operaciones con los medios humanos y materiales necesarios, se ha corregido el problema. Lamentable y desde luego sería vergonzoso si todo esto escondiera un ahorro económico. No lo quiero ni pensar, pero a día de hoy todo es posible.