Vista de las peñas de Islallana, Viguera y Castañares, desde el Castillo de Viguera. /Foto: Javier Ezquerro
Imponente sobre el valle del Iregua, poco antes de que el río se abra a las huertas, se alza el Castillo de Viguera. El nombre hace justicia a este enorme peñasco de farallones inexpugnables, un vigía omnipresente del cauce camerano y oteadero de buitres que ofrece panorámicas inolvidables a quien se aventura a coronar su cima. Al norte, la vega del Iregua cerrada por el horizonte de la Sierra de Cantabria; al oeste, las peñas de Islallana y Castañares, un universo imposible de conglomerados y quebradas pulidos por la erosión; al sur las laderas boscosas de Cerroyera y las montañas de Cameros antes de culminar mirando al este para detenerse en los barrancos de Viguera, que asoma su caserío al sol haciendo equilibrio entre dos vertientes.
La excursión para conquistar la cima (1.049 metros) puede realizarse desde la misma Viguera pero un recorrido mucho más sugerente es el que parte poco antes de Panzares para arrimarse hasta el lado oriental de la ‘fortaleza’ siguiendo un antiguo camino que, si nadie lo remedia, acabará consumido por zarzas, carrascas y espinos. Todavía muy transitable, hoy constituye una ruta poco exigente para el amante del senderismo. La única complicación, escasa en cualquier caso, la conforma el último tramo de la ruta, que demanda ciertas habilidades de trepador entre los roquedos finales poco antes de alcanzar la cumbre. Un esfuerzo nimio antes de sentirse obsequiado con grandes vistas del eje que parte La Rioja en dos: el valle del Iregua.
Quien aquí suscribe ha realizado la ruta en dos ocasiones. La última y más gratificante en la primavera de este año, cuando se tomó la imagen que acompaña a estas líneas.
El track de la ruta para instalarlo en dispositivos GPS puede descargase en la siguiente dirección: http://www.mendikat.net/monte.php?numero=1718