A veces cuando un paciente me dice que la vida no es justa, si tras escucharlo veo que le puede ayudar, le explico lo que ocurre con los pájaros cucos (aparte, claro, de realizar otro tipo de intervenciones más profundas). Y como creo que a casi todo el mundo nos puede servir, ahí va el mini-relato:
“En marzo, los cucos llegan a la Península Ibérica. Y poco después se suele ver a las hembras, en postes y grandes piedras, observando cómo las otras especies de pájaros construyen sus nidos.
Cuando éstas últimas ponen sus huevos, la hembra del cuco espera a que el adulto que los está incubando se ausente. Entonces, asalta el nido ajeno, se come o tira fuera algunos huevos y pone uno suyo. Cuando el adulto de la otra especie regresa, no nota nada y sigue empollando esperando que nazcan sus polluelos.
El polluelo de cuco nace un par de días antes que los demás (su tiempo de incubación es menor que el de las especies que parasita). Y unas horas después de salir del cascarón, el polluelo, con sus escasos 3 gramos de peso, empuja fuera del nido a los otros huevos. Así, se convierte en el rey y señor del nido, y la madre adoptiva se afana en cebar a ese pollo que en pocos días le dobla el tamaño.
Los polluelos abandonarán a su exhausta madre adoptiva a los 20 días. Hasta septiembre permanecerán en la península. Luego se van a África. Sus padres biológicos se van antes, poco después de poner los huevos. Al año siguiente regresarán a la península y la historia se repetirá.”
Qué injusto, podéis decir, qué cabrones estos cucos. Pues no, navegantes, siento deciros que lo justo o injusto es sólo un concepto humano. La naturaleza, y por tanto la vida, no es justa o injusta, simplemente ES. Los malos no siempre pagan por sus fechorías y ser bueno no te salva de tener un cáncer, por desgracia.
La justicia es un constructo ético. Es más, yo diría que es más bien un sentimiento profundo del alma del ser humano derivado de su auto-conciencia y su capacidad de elección. En mi opinión, por lo tanto, sólo se puede hablar de justicia en relación a las acciones de las personas.
Una mente sana busca lo justo. Es decir, intenta actuar según sus criterios de justicia a la vez que no deja de cuestionarse éstos nunca. Por eso, también, sentimos ira ante los actos injustos de otros. Y está genial porque esta emoción nos moviliza a la acción. El problema está si nos quedamos atascados en el enfado, ya que una cosa es lo que uno hace (trabajar por lo que cree justo) y otra el resultado final (porque, como hemos visto, la vida es como es).
***Mercedes García-Laso, tu psicólogo en Logroño, FB, Tw y Ln | Encuentra el tema que te interesa en índice de todos los Minimapas para Tormentas***