Tokyo no es sólo Tokyo. Es decir, que una semana en la ciudad puede servir para aprovechar al máximo cada rincón de ésta, pero siempre hay tiempo para visitar ciudades que, gracias a la fantástica red de trenes japonesa, quedan muy cerca y merece la pena ver.
Una de las excursiones que nosotros hicimos fue a Kamakura y Yokohama. Madrugando un poco y en un sólo día, puedes ver estas dos maravillas.
Kamakura fue la capital de Japón y está llena de templos budistas y santuarios sintoístas. Hay que prepararse para andar bastante (y cuesta arriba), pero el esfuerzo merece la pena. En la estación puedes coger un mapa con los principales templos de la localidad que viene muy bien para no perderse nada.
El templo Hase-Dera es uno de los más visitados de la región e impresiona por su vegetación y por estar repleto de pequeñas estatuas, entre otras muchas cosas.
Pero el punto de interés más conocido de Kamakura es el Daibutsu, situado en el templo Kotoku-in. Se trata de la segunda mayor imagen de Buda de todo Japón y aunque el templo no tiene mucho que ver, la enorme imagen es impresionante.
Hay muchos grandes templos más que visitar, como Kencho-ji o Tsurugaoka Hachiman-gu.
Pero en Kamakura no solo hay grandes templos repletos de turistas. Un paseo por la ciudad te permite descubrir pequeños y escondidos templos que subsisten gracias a las ofrendas y cuidados de sus fieles:
Y si además tienes la suerte de encontrarte con una boda japonesa… ¡La mañana puede ser perfecta!
Antes de que anocheciera cogimos el tren para ir hacia Yokohama, separada por solo unos kilómetros de Kamakura (20 minutos en tren) pero diferente como si estuviera en otro país. Es una ciudad moderna y cosmopolita que ofrece cosas como un barrio de islas artificiales, la torre Landmark o un parque de atracciones con una de las norias más altas del mundo y que puede ser el complemento ideal tras una jornada en Kamakura, o una escapada nocturna desde Tokyo
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