Al contrario de lo que casi todos creemos, la comida japonesa no es sólo pescado crudo. Para mi fue sin duda una de las grandes sorpresas del viaje: poder entrar en cualquier restaurante y pedir sabiendo casi al 100% que vas a comer bien. Eso sí, ólvidate de restaurantes para turistas. Exceptuando las típicas cadenas de hamburguesas y pizzas, en Japón se come en los mismos lugares que comen ellos (que es lo mejor que se puede hacer en cualquier país). De hecho, una de las pocas cosas que complican el viaje (y lo hacen más divertido) es pedir en un restaurante en el que la carta sólo está en japonés y los camareros no hablan nada de inglés. La única salida es poner cara de “no tengo ni idea” y dejar que te sorprendan, y a la vez que se rían de ti un poco. Pero siempre con educación, amabilidad, buen humor y mucha simpatía, como todo lo que hacen los japoneses.
Muchas veces no sabes ni qué estas comiendo, pero da igual. Está todo buenísimo.
En nuestra primera cena en Tokyo, como era el primer contacto, buscamos un resaturante que, por lo menos, tuviera fotos en la carta. Aunque esto a veces tampoco ayuda.
Hablando en términos generales, los productos típicos de la comida japonesa con: shoyu (salsa de soja), miso, tofu, mame (judías) y, como no, Kome (arroz).
Aunque parezca increíble, no hay un restaurante de sushi en cada esquina. Todo lo contrario: la variedad es espectacular. Lo mejor es que te aconseje algún lugareño, dejarse guiar por las impresiones y entrar al primero que te guste o al que más gente tenga.
Y lo más importante: mente abierta y preparada para nuevos y maravillosos sabores.
Brochetas de pollo y verdura a la parrilla, filetes en salsa de soja, tempura, ramen, chuleta de cerdo empanada, carne de todo tipo a la brasa (aquí te puedes llevar alguna sorpresa y entrar a un restaurante en el que solo sirvan lengua, como me pasó a mi),…
Y por supuesto…. el sushi y el sashimi.
Esto fue lo único que fui incapaz de comer en todo el viaje: una especie de hueva.
Además de todos estos platos, que puedes encontrar a lo largo de todo el país, cada región tiene sus especialidades. Hiroshima, por ejemplo, es célebre por sus okonomiyaki , tortas saladas rellenas a la plancha.
Una muy buena opción para no perder tiempo es comprar en los supermercados una cajita de comida y comértela en un parque o en el tren si estás de camino a otro destino. Están riquísimas.
En los restaurantes no suelen servir postre, pero hay pastelerías y heladerías por todas partes, ya que los japoneses son muy golosos. En cuanto a los desayunos, puedes optar por el shushi o ir a cualquiera de las cafeterías tipo Starbucks que hay, con un buen café (aunque caro) y mucha variedad de pasteles.
Así que si la comida era una de las razones por las no te decidías a visitar Japón… no lo pienses más. Súmala al resto de las maravillas que ofrece el país y tendrás el viaje perfecto.