Aunque no te pidan ni el pasaporte y no haya que cambiar moneda al llegar al aeropuerto, en cuanto pisas Isla Reunión se te olvida que estás en territorio francés. El calor, el olor, el color verde que te rodea, la gente… todo es mucho más parecido a África que a Europa. El aeropuerto está a una media hora en autobús de la capital, Saint Denis, lugar muy agradable y lleno de casas coloniales y de vida. Es una primera toma de contacto perfecta con la vida reunionense. Nosotros no cogimos el coche el primer día, ya que llegábamos a las 8 de la mañana y queríamos pasar el día recorriendo Saint Denis (y era tontería pagar un día de coche para tenerlo aparcado), así que fuimos en autobús hasta el centro, al hotel y luego a recorrer paseando la ciudad.
Al día siguiente, tras recoger el coche, empezó nuestro recorrido a la isla, en el sentido de las agujas del reloj. Nuestra primera parada tras 20 minutos de coche fue Cascade Niagara.
Seguimos bordeando la costa hasta Ste Suzanne (la vista de la costa junto al faro es bonita, pero prescindible) y tras unos kilómetros más de costa nos metimos por primera vez hacia el interior. ¡Primeras curvas en Reunión! Unos 30 kilómetros que haces en una hora. Pero ni te lo pienses. Takamaka es una de las cosas imperdibles de la isla.
Yo me hubiera quedado horas mirando. Hay una ruta que baja (no sé muy bien a dónde) y que nosotros empezamos a hacer, pero va todo el rato entre árboles y no ves absolutamente nada ya que el bosque es muy frondoso. Así que nos volvimos.
Volvimos a salir hacia la costa y nos metimos unos kilómetros hacia el interior hasta Grand Etang. Aquí puedes hacer una ruta muy sencilla de unas 2 horas (ida y vuelta) alrededor del lago hasta la cascada. Es una maravilla.
Al día siguiente volvimos a meternos hacia el interior, pero esta vez hacia Hell-Bourg y el Circo de Salazie. Y aquí es donde empiezas a alucinar. Todo un espectáculo de colinas verdes, vegetación tropical y agua que se despliegan a ambos lados de la carretera, salpicada por puestos de venta de fruta. Te dan ganas de parar en cada kilómetro. Y lo haces, porque la vista desde el coche es todo el rato así.
Antes de entrar en HellBourg nos desviamos hacia Grand Ilet, un pequeño, tranquilo y precioso pueblo rodeado de montañas (como no) y en que parece que la vida agrícola es la protagonista.
La carretera termina unos kilómetros más adelante del pueblo ya que está metido en mitad del circo de Salazie. Después de ver la localidad y sus vistas lo mejor es seguir la carretera hasta que esta acaba. La panorámica es impresionante. El punto se llama Col du Boeuf y es otra puerta de entrada a Mafate (se puede llegar hasta Ilet à Bourse en sólo 3 horas caminando, o bien se puede acceder a Mafate vía La Nouvelle). Desde allí salen muchas rutas (la mayoría de ellas de hacer noche) que se meten en el circo y tienes vistas al circo de Salazie (el circo volcánico más oriental de Isla Reunión, tan frondoso y lluvioso, que nadie diría que en sus tiempos fue una caldera volcánica) y un poco más arriba al de Mafate.
Después volvimos hacia atrás y, ya encaminados hacia Hell-Bourg, paramos a ver Le Voile de la Mariée (el velo de la novia), una de las cascadas más conocidas de Reunión, que ya habíamos visto desde otros puntos de vista (como en el vídeo) y a la que volvimos al día siguiente pero para disfrutarla muchísimo más de cerca (siguiente post).
Cuando te vas acercando hacia Hell-Bourg empiezas a ser consciente de por qué es conocido como el pueblo más bonito de Reunión. Entre el exuberante verdor vegetal destacan los colores de las restauradas casas criollas, adornadas con las cenefas colgantes. Incluso alguna de esas mansiones es visitable, como la Maison Folio, que permite hacerse una idea del estilo de vida pasada en la isla. Nosotros, para terminar el día, preferimos pasear, bajar a las termas (no merece la pena la paliza de escaleras), disfrutar de una típica Bourbon mientras hacíamos tiempo para cenar y planear las excursiones a los alrededores del día siguiente.
Hay dos cosas a tener en cuenta en Hell-Bourg: la temperatura baja drásticamente cuando baja el sol y puedes pasar de los 30 a los 15 en poco rato y tienes que comer comida criolla. ¡Está buenísima! En muchos restaurantes se forma cola ya a las 6 de la tarde, porque es una zona de montañeros y lo habitual es cenar pronto. Allí las 9 está todo cerrado.
Y se agradece. La vida en Reunión empieza muy temprano y a nosotros nos esperaba una jornada muy intensa.
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Saint Denis, cascade Niagara, Ste Anne, Takamaka, Grand Etang, Grand Ilet, Voile de la mariée…
Hell-Bourg y la costa este hasta el volcán Pitón de la Fournase