Ay, señor, señor. Qué pruebas envías a tus siervos. Uno intenta no dejarse llevar por la demagogia, sopesar los pros y los contras, entender los dictados del mercado y las servidumbres de la macroeconomía. Pero vas tú, Dios mío, y nos envías noticias como la de ayer… y uno no puede evitarlo: ganas dan de calzarme la boina del Che y echarme al monte.
La noticia: 69 empleados de Caja Rioja se jubilarán con 55 años y el 95% del sueldo. Ahí, con un par. Que vivan mis primos de la banca.
O sea. Estamos en una crisis devastadora en cuyo origen algo, creo, tuvieron que ver los bancos. Tanto ha apretado la susodicha que el común de los mortales, con el beneplácito de la industria banquista, ha visto volar su jubilación hasta los 67 y más allá.
A todo esto, dispuesto está el Estado a rescatar a las cajas en peligro si es que se tercia, con el dinero de los jubilados a los 67. Y más: no hay manera de que se cambie la ley para evitar que uno, ahogado por las letras, pierda el piso que no puede pagar… y aún así no acabe con su deuda.
Y eso: ahí están ustedes, ganando dinerito, repartiendo pluses y prejubilando a su gente a los 55. Estoy seguro de que todo esto tendrá sus razones lógicas y sus beneficios societarios. Pero qué quieren que les diga.
En Islandia, aunque poco se haya oído del particular, ha habido una revolución pacífica. Se ha nacionalizado la banca, la presión popular ha paralizado el pago de la deuda financiera, ha caído un gobierno, se redacta una nueva constitución.
Aquí, sin embargo, todo va bien: sigamos socializando el sacrificio, mientras otros se llevan la lana. Viva y bravo.