Hoy toca deleitarnos con un texto de nuestra firma invitada, Salva Guillén, donde analiza los principales estereotipos que atormentaron el Heavy Metal durante décadas. Actualmente nuestra sociedad, libre de esa incómoda carga llamada ‘tribus urbanas’, convive ignorante con un sinfin de obras maestras, algunas baladas y otras no tanto. A continuación, Salva nos invita a reflexionar sobre el impacto de ese prejuicio infligido a la música que tanto amamos. Espero que os guste:
Los estereotipos generalmente no son válidos. Como seguidor de la música Heavy, siempre me he sentido ofendido por las ridículas parodias que se hacían de nosotros.Siempre se nos representaba como el típico quinqui descerebrado de “que passssaaa, tronco” y risa bobalicona.
Con quince años no me valía eso de, “hay que saber reírse de uno mismo” y más si se trataba de algo que para nosotros era poco menos que una religión. Y esto sucedía tanto en programas de humor, que a mi se me reían los cojones, como en películas o series de televisión. Cuando aparecía el ratero de turno, siempre iba enfundado en una chupa de cuero y con una camiseta de algún grupo metalero.
Lo malo de esto, que en un momento dado nos la podía llegar a sudar, es que esa era la imagen que durante mucho tiempo la gente tuvo de nosotros.Y esto mismo podría trasladarse a la idea que tenia el publico ajeno, sobre el contenido de las letras de las canciones. Básicamente por que la mayoría de los grupos cantaban en ingles y pesaba más lo visual que otra cosa. Ni siquiera cuando grupos que se hicieron muy populares como Barón Rojo, y cuyas letras contestarías nos hacían hervir la sangre, se pudo cambiar la percepción de la gente. La idea general era que las canciones Heavys hablaban de follar, hacer el macarra y darles el tirón a las abuelas. Bueno, Obús eran más o menos así. Pero mientras grupos pop cantaban sobre pasarse la noche bailando y la coctelera agitando, a la vez que llegaban al numero uno de los cuarenta criminales, las andanzas de Obús, mientras iban muy bien borrachos como cubas, reflejaban la imagen de juerguistas y macarras que desde fuera del rollo se tenía de nosotros. Porque, vamos a ver, ¿que diferencia puede haber, entre “Bailando” de Alaska y el “Vamos muy bien” de Fortu y sus secuaces?. Porque la idea es la misma. Bailar y beber en el caso de la primera y beber y pasárselo bien era el objetivo de Obús. Sin embargo hasta las abuelas baten palmas cuando Maria Teresa Campos baila al son de la música de la mujer del inefable Mario Vaquerizo. Aunque vistas las andanzas del amigo Fortu cualquier día vemos a la Campos haciendo headbanging.
Pero una vez nos hallamos quitado el rubor que nos produce imaginarnos a Fortu bailando con Doña Maria Teresa, nos tenemos que enfrentar a otro tópico y es uno de los que más odio y que me enciende las mejillas, pero esta vez de mala hostia.
Me refiero a esa afirmación que todo el mundo cree a pies juntillas y me cabrea muchísimo, “las mejores baladas son las de los grupos heavys”. No puedo con ella, básicamente porque en la mayoría de los casos, la frasecita de marras viene de gente que poco o nada tiene que ver con el metal, y me molesta por el carácter peyorativo que tiene. Es como decir que las baladas están de puta madre pero el resto es una mierda.
Las baladas alcanzaron su esplendor a mitad de los 80 y primeros años de la década siguiente. Y si hablamos de baladas ochenteras, que canción y que grupo nos viene a la mente. “Still loving you” de Scorpions.
Evidentemente en años precedentes se habían grabado grandes baladas. Kiss nos deleitaron con “Beth” o “Hard luck woman”. En 1976 Nazareth lanzarían el que fue su gran éxito “Love Hurts” original de Everly Brothers y por el que son reconocidos mundialmente a pesar de tener más de una treintena de discos a sus espaldas. Otros como Aerosmith, Boston o Reo Speedwagon produjeron excelentes baladas en los 70, sin olvidarnos de la balada rock por excelencia, “Starway to heaven” de Led Zeppelin.
Pero sin duda Scorpions tienen gran parte de culpa de la frasecita en cuestión. El éxito de “Still Loving You” y la posterior edición del mini-lp “Gold Ballads”, obligó al resto de grupos a tener su propia powerballad, que indefectiblemente era elegida como single para captar nuevos oyentes.
Pero llegados hasta aquí cabría preguntarse quién o quienes fueron los responsables finales del éxito de las baladas ochenteras. Scorpions al fin y al cabo solo nos querían hacer rockear como un huracán, así que quedan absueltos. Así, nos quedan las discográficas que viendo el filón de estas canciones apretaron las tuercas a las bandas que tenían en nómina para que produjeran montones ingentes de baladas y sembrar el mundo de edulcoradas melodías, y por otro lado estaban tanto las estaciones de radio como la todopoderosa MTV, cuyo afán por captar nuevos adeptos no tenía fin.
El caso es que quienes salimos ganando fuimos los aficionados a la buena música, ya que esas baladas nos derretían los sentidos. Las hubo de todos los estilos. Sumamente almibaradas como “Carrie” de Europe. Extreme no regalaron una atemporal “More than words”. Mötley Crüe dejaron aparcada su macarroneria para ofrecernos “Home Sweet Home”, una balada que parecía pensada para un público ajeno al Metal. Hubo otras que sin seguir los cánones de baladas clásicas se disfrazaron como tal, “Sweet Child o´ Mine” de Guns ´n´ Roses. Y otras como “Is This Love” de Whitesnake eran perfectas para estar con tu chica.
Y para esos momentos íntimos, quien no se ha grabado una recopilación de baladas, y en una cinta de 90, que ahí si que cabían canciones. Si tenias la suerte de que tu chica era heavylona, pues al turrón y a gozar. Si por el contrario no lo era, corrías el riesgo de que, después del turrón y el goce apoyada sobre tu pecho, suspirando, soltase aquello de, “Las mejores baladas, las de los grupos heavys”
Salva Guillén Etayo para Metal Pesado