Bufi es una de esas típicas gatas callejeras en las que nadie se fija, salvo alguna que otra persona “loca” entre las que me cuento. Su historia empieza con una campaña de esterilización de gatos callejeros para evitar las camadas no deseadas. En el veterinario sacaba todo el rato la patita entre los barrotes para que le hicieran caso y tenía toda la pinta de ser un abandono. Tras la operación, cuando fueron a soltarla, la gata maullaba y se iba detrás… fue durísimo dejarla allí, pero tampoco había más opciones porque no había espacio para ella. Sin embargo ahí empezó la cadena de solidaridad y su historia empezó a circular. Gracias al interés de mucha gente apareció un hogar para ella pero la cosa se complicó porque, de vuelta al veterinario para realizarle las pruebas, se descubrió que el problema pulmonar que arrastraba era debido a una hernia diafragmática, y que tenía dentro de la cavidad torácica estómago, bazo, intestino delgado, y parte del hígado. El veterinario no daba crédito y no entendía cómo podía respirar el pobre animal. Descubrieron también una antigua fractura de costilla, seguramente por un atropello o una caída desde una ventana hace tiempo. Parecía increíble que llevara en la calle tanto tiempo así. Según el veterinario no se movía de ese sitio porque se fatigaba con dar tres pasos en su estado. La operación era complicada pero salió bien y Bufi se recuperó en un tiempo record demostrando ser una gata totalmente adaptada a la vida casera.
Esta historia tiene final feliz. Ahora Bufi está feliz y agradecida en un hogar donde la quieren, no para de ronronear y poner la tripa, sigue a la gente todo el rato para dar topetazos y pedir que la rasquen, y es realmente cariñosísima y buena.
Pipo es otro gato de
Y por último quiero compartir esta cita de Pam Brown con vosotros
“Un gatito transforma el regreso a una casa vacía en la vuelta al hogar”