Conozco la labor de la Protectora de La Rioja desde que, hace ya 9 años, adopté allí a mi gatazo mayor. Soy socia desde entonces y, aunque no colaboro todo lo activamente que quisiera, me siento identificada con la labor de todas las protectoras. Quizá una de las situaciones más tristes que se presenta en la mayoría de las protectoras es ver morir de viejito a uno de los animales acogidos. Qué duda cabe que es muy duro perder a cualquiera de los protegidos ya sea por enfermedad o por el paso del tiempo, pero después de rescatar a un animal de la calle y librarle de una vida llena de desgracias, se hace doblemente duro ver cómo acaba sus días en el refugio, sin haber podido conocer el calor, los mimos, el cariño y las alegrías de un hogar.
Encontrar adoptantes para los animales viejitos es complicado, las familias suelen preferir cachorros o animales jóvenes para compartir más tiempo con ellos. Sin embargo, olvidamos que el tiempo que compartamos con estos abuelitos puedes ser mucho más intenso. Su capacidad de agradecimiento es infinita y su mirada mucho más dulce porque ya no tiene que demostrar nada, sólo querer y dejarse querer.
Son animales que, en su mayoría, ya están educados lo que facilita la etapa de adaptación, son tranquilos, no buscan jaleo con otros animales y exigen menos actividad. Desde estas líneas quiero animar a todas las personas que, decididas a adoptar, dudan qué será mejor si cachorro o adulto, que visiten la página de
Os pongo algunos de los mayores en adopción:
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