Me llega la historia de Sora, una cachorrita a la que, algún malnacido, maltrató y luego abandonó a su suerte, condenándola a una muerte segura. Desgraciadamente, somos la única especie animal que disfruta con el sufrimiento de otros seres (los animales en libertad matan para comer o para sobrevivir pero nunca maltratan). A mi forma de ver, es un sinsentido hacer daño, gratuitamente, a nadie y en especial a otra vida que, apenas, acaba de empezar y no se puede defender. A pesar de darle vueltas no encuentro ningún sentido a este tipo de comportamientos y nunca lo encontraré. Me repugnan.
A nuestra protagonista, Sora, afortunadamente, la encontraron en la calle tirada, en malas condiciones, con una patita rota, pero a tiempo de salvarle la vida.
Aun con la pata mala, no paraba quieta… Tenía mucha hambre y mucha sed. Al principio se escondía debajo de la cama de su casa de acogida para sentirse segura. Tenía los bigotes como si se los hubieran quemado. Ahora se está recuperando de la rotura de pata, que el veterinario cree que soldará sola por lo jovencita que es.
Como buena cachorra, juega y trastea por todos lados.
Necesita un hogar donde la quieran y ser feliz.
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