Ayer llegaba a casa con los ánimos por el suelo. Día largo, y malo. Aunque habíamos empezado muy bien, pues como buen día festivo, había madrugado un poco menos, se terminó torciendo de manera insospechada.
A eso de las doce y media recibía la llamada desesperada de Sara. Casi ni la entendía de nerviosa que estaba. Después de un momento, me contaba que Edgar, el gatito pequeño de Edurne se había perdido como una hora y media antes, sobre las diez, por la zona de la calle Piqueras, entre la Citroen y el Consejo Regulador, en la zona de Cascajos.
No sabía ni cómo. Quizá al salir por la mañana se había colado por la puerta, quizá, algo peor, como una caída desde la ventana (Es un primero, pero el riesgo existe). Es un gatito cariñoso y sociable, de color gris atrigrado y con unos ojos verdes inmensos que le cubren la mitad de la cara. Capaz de irse detrás de cualquiera que le llame, no nos imaginamos qué le había podido pasar para no responder a las llamadas de su dueña. Quizá está tan asustado que ni las reconoce, quizá está herido, pensábamos. Además va sin collar aunque si tiene chip. Cualquiera puede cogerlo si lo ve…..
El hecho es que, este tipo de circunstancias, te hacen valorar mejor, las cosas que realmente importan en esta vida. Algunos pensarán que tan solo es un gato. Para mí, Edgar no solo es un gato. Es el gato pequeño de Edurne y, solo por eso, es importante para mí.
Para la una menos cuarto, estábamos en comando de búsqueda siete personas, aparte de muchos vecinos que nos intentaban echar una mano. Edurne, emocionada, no terminaba de creérselo, pues solo había llamado a Elena y el resto había venido solo en cadeneta de solidaridad.
Peinamos (como diría nuestro amigo el policía) todo el perímetro y, lo digo totalmente en serio. Creo que no dejamos centímetro por recorrer. De hecho, se nos veía tan afanosos buscando que, alguien dio parte de varias personas, dando vueltas por la Citroen y un par de patrullas se acercaron a preguntar.
En medio de la búsqueda, dos personas del grupo, prepararon carteles que hemos estuvimos colgando de dos a cuatro de la tarde, hora en que hicimos una parada para comer algo y proseguir la búsqueda de Edgar después. Empapelamos literalmente el barrio con la esperanza de que, si alguien lo ve, lo recoja con la seguridad de que tiene un hogar. Se ha dado parte a la Asociación Protectora de Animales de La Rioja y a la perrera, por si acaso algún vecino daba el aviso (más vale prevenir que lamentar). Se ha hecho difusión a través del correo electrónico y, a estas horas, hay un montón de gente que ya tiene la foto de Edgar en su bandeja de entrada. Todo lo que haga falta por que aparezca.
A las seis de la tarde, una llamada telefónica, nos daba nuevas fuerzas. Alguien lo había visto por la zona de Jorge Vigón. Y a pesar de que yo y otra compañera nos mirábamos con desconcierto y cierto recelo (está demasiado lejos para un gato asustado, pensamos), fuimos hacia allí en persecución de Edgar. Nos temíamos que íbamos tras la pista de otro gato perdido.
La llamada nos decía que el gato, en cuestión, había sido visto por la mañana en Jorge Vigón a la altura de un determinado número en la entrada de garaje. A las siete de la tarde, el gato seguía allí, hecho un ovillo, pero no era Edgar.
El gato, que en realidad es una gata, se ha dejado coger sin problemas, ronroneando de gusto al sentirse de nuevo en unos brazos amables. Se trata de una hembra jovencita, de entre cinco y siete meses que, en el mejor de los casos, se ha perdido y, en el peor, la han abandonado. Mañana pasará revisión veterinaria por si tiene chip y buscaremos una casa de acogida para ella. Ya está a salvo. El centro de una ciudad no es lugar para un gato doméstico y me pregunto ¿Qué demonios hace un gato en el centro de Logroño? Y ¿Cómo es posible que haya pasado un día entero sin que nadie haya reparado en su presencia? Empiezo a pensar que el ser humano tiene el corazón endurecido pues, en cuanto nos ha visto, parecía entender que todo iba a ir bien a partir de ese momento.
Así pues, a estas horas, teníamos un gato perdido, Edgar y una gata rescatada, aún sin nombre, que puede ser, extraviada o víctima del abandono.
Tras instalar a nuestra nueva amiguita en una habitación, seguimos con la búsqueda de Edgar por un par de horas más, con la ayuda de linternas y la esperanza de que el hambre y la oscuridad le dieran el valor suficiente para salir de su escondite. Aún seguía perdido.
Desistimos finalmente recogiéndonos a casa. Pero a eso de las 23:30 horas recibí la llamada alegre de Edurne para darme la buena noticia. ¡Edgar ha aparecido!. Debió salir de su escondite cuando se sintió y con fuerzas y se fue hasta la puerta de entrada del portal. Lo vió una vecina que, rápidamente, dio el aviso y se le pudo coger fácilmente. Soy consciente de que Edurne no hubiera dormido esta noche. Yo tampoco lo haría. Mis gatos son importantes para mí y entiendo el valor que tiene Edgar para Edurne. Sabía que antes o después, aparecería. Ayer, muchos, dormimos felices y todo, por culpa de un gato.
Edgar ha aparecido pero tenemos una nueva amiga que necesita de nuestra ayuda. Si la has perdido y la reconoces o queréis acoger o adoptar a esta guapísima, avisad al teléfono 646435436 o al 679064646.
Y como todo no va a ser malo, llegan buenas noticias desde la perrera de Logroño. Muchos peques salvados entre el lunes y el martes, gracias al trabajo incansable de las chicas de Animales Rioja y a la colaboración desinteresada de extraordinarias personas como Eunate, Marta, Victoria y tantas otras que han hecho hueco en sus hogares para poderlos salvar. GRACIAS A TODOS LOS QUE HACÉIS POSIBLE ESTOS MILAGROS.