Cuando decidimos incorporar un perro a nuestras vidas, pocos de nosotros nos tomamos la molestia de estudiar cómo son y cómo se comportan, sus necesidades y las pautas que podemos ofrecerles, nosotros los humanos, para una mejor convivencia en sociedad. En la mayoría de los casos, nos limitamos a introducirlo en nuestros hogares y a confiar en que todo va a ir bien. Y así suele ser en la mayoría de los casos puesto que, los perros son animales sociales que quieren vivir con nosotros, disfrutar de nuestra compañía y de la compañía de otros perros.
Tras 14.000 años de domesticación, contamos con un amplio abanico de razas en función del trabajo o la utilidad que nos interesaba potenciar en aquel momento (defensa, guarda, caza, compañía….). Es importante conocer las peculiaridades generales del recién llegado para poder abordar mejor sus necesidades. Cada individuo es particular pero, nos puede servir de punto de partida.
A pesar de lo mucho que hemos leído, dudo mucho que nuestros perros quieran convertirse en líderes de la manada ni dominarnos. Es tu perro, no un enemigo que ha venido a quedarse con tu casa y tu familia.
Los perros son animales sociales y con una tendencia natural a querer agradar. Pero, como en el caso de los niños, es nuestra responsabilidad, enseñarles cómo manejarse en este mundo para disfrutar de una mejor convivencia. En el caso de los niños los protegemos todo aquello que pueda causarles daño o puedan romper. ¿Por qué no hacerlo en el caso de nuestros perros cuándo están aprendiendo? Desconocen el valor de los adornos ni de los muebles y, se dejan llevar por sus instintos naturales de caza y juego.
A través de la Educación en positivo, aprovechamos la natural tendencia del perro a vivir en sociedad para fijar aquellos comportamientos que nos interesan mediante refuerzos agradables para él y extinguir, mediante la falta de refuerzo, aquellos otros que, aunque pertenezcan a la naturaleza del perro, (saltar, lamer…), pueden llegar a ser desaconsejables para la convivencia con el ser humano.
Antes de nada, hay que decidir qué esperamos de nuestro perro. Es decir, vamos a enseñarle normas básicas de educación. Dónde eliminar, si puede o no subirse a la cama o al sofá, cómo recibir a las visitas….. Lo que le permitamos en esta etapa, debemos permitírselo siempre. No vale dejarlo subir a la cama cuando es cachorro y, luego de adulto, chillarle por lo mismo.
La segunda etapa está conformada por la obediencia que consiste en fijar y poner señal a determinadas situaciones como sienta, tumba, junto, suelta ………
Y debo decir que los perros son extremadamente listos. Nadie enseña a sentarse a un perro. Todos los perros saben sentarse de serie y tumbarse y muchas cosas más. Lo único que hacemos es fijar ese comportamiento a través de premios (refuerzos positivos normalmente de comida) y le asociamos una señal ya sea gestual o de voz, para que el perro sepa distinguirla y pueda repetirla a nuestra petición.
Los perros aprenden por asociación y son, extremadamente buenos en ello. El trabajo a la hora de educar-adiestrar consiste en aumentar la probabilidad de que nuestros perros escojan la opción que nos interesa a nosotros (por ejemplo sentarse para evitar que muerda algo).
El perro no está diseñado para estar solo y, en nuestra sociedad moderna, lo hemos introducido en nuestros hogares y luego, hemos seguido nuestra rutina como si tal, dejando al animal solo por más horas de las que puede tolerar de entrada.
A veces, las acciones que muestra, se refuerzan por motivaciones internas (hace algo que le produce una sensación agradable o simplemente placer para aguantar el tirón). En otras ocasiones, los perros pueden presentar comportamientos compulsivos como forma de manejar y aliviar el estrés o la excitación (por ejemplo, en los casos de ansiedad por separación).
Trabajar en positivo implica ayudar al perro a enfrentarse con éxito a las situaciones cotidianas de vivir en sociedad. Para ello, educador y propietario nos adaptamos al perro, trabajando a su ritmo, a su edad y a sus motivaciones, sin forzar el proceso. La práctica demuestra que todos tendemos a repetir aquellas conductas que nos reportan un beneficio y a olvidar aquellas que no nos reportan nada. Y el perro no es menos. Para ello, utilizamos premios de comida o juego cada vez que el perro muestra la conducta deseada.
La principal fuerza del adiestramiento en positivo radica en la no utilización del castigo ni de las correcciones. Los perros no intentan hacer algo que saben que no van a conseguir pero necesitamos que se den cuenta de ello. Este proceso nos puede llevar uno, dos o varios intentos.
Enseguida descubrirás que a tu perro le encanta aprender. Podrás practicar nuevas habilidades como “dame la patita”, abrir puertas y un larguísimo etcétera ya que el único límite en este proceso está en nuestra imaginación.
Aprende a disfrutar de tu perro. Y si estás pensando en incorporar uno a tu vida, valora dar la oportunidad a uno de estos que esperan una segunda oportunidad.
Willy, precioso cruce de Colie, es joven, y cariñoso.
Hannah preciosa perrita tamaño mini, muy jovencita, unos 4 kg, aprox. Es muy dulce y cariñosa, la pobre tiene una patita mal, pero no le impide en absoluto poder hacer una vida perruna totalmente normal.
Tom, precioso cachorrete de Braco. Seguramente no sirve para cazar, y se han desprendido de él como quien se desprende de objeto inservible. Es ideal como perro de compañía, estos perros son muy cariñosos y se lleva genial con las personas.
Todos ellos están en la perrera de Logroño y todos ellos tienen las horas contadas si no conseguimos acogidas o adoptantes para ellos.
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