Hacía tiempo que no hablaba de la perrera de Logroño y, no será porque no tiene trabajo todos los días. La gente sigue dejando en ese lugar de olvido al que un día fue el regalo, capricho, compañero…. La perrera no distingue razas, edad, ni pedigrees.
Quizá no hable más de ella porque me siento impotente ante la entrada masiva de animales, muchos de los cuales no llegarán a salvarse, a pesar de todos los esfuerzos de difusión y quizá, porque hay personas con más cuajo que yo, capaces de lidiar con esta situación a diario.
Hoy me toca hablar de ella porque, anoche precisamente, hablaba del tema con dos de estas personas, acostumbradas a blindarse el corazón y el alma todos los días con el único objetivo de seguir adelante. Me enseñaron fotos de los últimos en entrar, de los últimos rescatados y sus historias.
La mayoría de los animales que esperan allí, tienen algo en común: Una intensa necesidad de contacto físico respecto a los humanos y al resto de los perros. Quieren saltar, lamer, tocar….
La lengua del perro es la zona más sensible de su cuerpo, por lo que le proporciona una gran intensidad de contacto y eso les reconforta, les calma. Los que pierden esa capacidad de contacto, son perros rotos, destrozados por la falta de cariño y socialización. Vidas tristes que se pueden llegar a recuperar con el tiempo y paciencia necesarios pero, a los que, en la mayoría de los casos, se les negará esa oportunidad.
GRAN DANES arlequín de 7 años
POINTER hembra negra 1 año
SETTER tricolor macho.
MESTIZO hembra blanca 1 año
CACHORRITA hembra 2 meses
COCKERS pareja macho y hembra 1,5 años
MESTIZO hembra 2,5 años
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