Me gustan los perros educados. Para mí, un perro educado es aquel que está pendiente de su dueño. Se nota la complicidad y el vínculo. Atiende a la llamada y sabe comportarse durante el paseo y en sociedad.
Lo diré una y mil veces que, personalmente, pienso que la orden más importante en la vida de un perro, es la llamada. Una llamada perfecta puede ahorrarnos mil y un disgustos a los propietarios y más de un susto o accidente a nuestro perro.
Es imprescindible que el perro tenga totalmente interiorizada esta instrucción y la ejecute inmediatamente, tanto por la seguridad de otros, como por la suya propia.
Durante el paseo, el perro puede llegar a afrontar situaciones de cierto riesgo como, por ejemplo, las carreteras, perros o personas poco amistosas o que sienten miedo ante los animales, zonas de basura donde puede acercarse con intención de comer algo que, con toda probabilidad no estará en buen estado…
Otro de los mayores riesgos es que se pueda perder de nuestro lado por estar jugando distraídamente o por seguir un rastro, si estamos en el campo o el monte.
Lo deseable es comenzar desde pequeños para que aprenda como si se tratara de un juego. Es cierto que algunas razas tardan más que otras en aprender, pero independientemente de la edad o la raza, todos los perros consiguen aprender si nos esforzamos e invertimos el tiempo necesario para esta tarea.
Para lograr el objetivo recomiendo una serie de pasos.
Las sesiones de entrenamiento han de ser cortas y, preferiblemente, en el mismo lugar. Es recomendable comenzar a una distancia pequeña e irse alejando progresivamente.
También hay que tener en cuenta que, al principio, las golosinas son una buena herramienta para empezar pero, se deben ir retirando gradualmente. No todos los perros trabajan por comida y es necesario estar preparados. Hay perros cuyo mayor motivador es un momento de libertad y olisqueo en una zona segura.. Debemos utilizar reforzadores hasta que estemos seguros de que el hábito está totalmente instaurado.
Debemos centrarnos en conseguir una respuesta fiable y reforzarla constantemente. Para ello, los juegos, representan una alternativa de lo más atractiva. Hay muchos y de muchas clases. Al utilizar juegos para practicar la llamada le enseñamos que merece la pena acercarse, porque significa la promesa de cosas buenas. No le llamemos únicamente cuando nos vamos a casa porque, seguramente, dejará de acudir o lo hará remoloneando. Es importante llamarle de vez en cuando durante el paseo, premiar con una caricia, una chuchería o un juguete y dejarlo ir de nuevo. Cada perro tiene sus propios reforzadores y es importante conocerlos. El juego de la llamada nos da pistas de qué es lo que realmente le gusta a nuestro perro. Además, favorecemos la relación con nuestro perro y obtendremos una respuesta a la llamada más segura y fiable. El objetivo es ser lo más interesante del parque para nuestro perro. Mejoraremos nuestra relación con nuestro perro y obtendremos una respuesta a la llamada más segura y fiable.
Un buen perro siempre estará pendiente de lo que hacemos o decimos. Pone todo su en establecer un buen canal de comunicación con nosotros para sentir que forma parte del equipo. Para ello es fundamental comunicarnos eficazmente con él, y el proceso de educación en general, y en la llamada en particular, será mucho más sencillo si aprendemos a entender su lenguaje como él entiende el nuestro.